Creo que no son necesarias más palabras para dar a entender de qué relojes estamos hablando. Los Marlin eran los relojes que en los años ochenta, cuando íbamos a buscar un reloj a una tienda, todos queríamos tener. Que por aquellos tiempos un reloj fuera resistente al agua cincuenta metros ya decía bastante de lo buen reloj que era y de lo bien que estaba construido.
Dos de los Marlin que siempre había querido tener eran el W-24 (sin duda mi preferido, esa serigrafía es mítica y es uno de los Marlin más bonitos) y el otro uno que, curiosamente, se le parece mucho: el W-26. Aunque el primero que traté de lograr fue el W-26, curiosamente conseguí antes el W-24. Ya conté creo hace tiempo en este blog que el W-24 prácticamente lo saqué de un vertedero, es una pena que aún haya gente que no sepa apreciar este tipo de relojes y los acabe destrozando o arrojando a la basura.