El pasado día 24 unos jóvenes estaban pasando el rato en una playa, al igual que muchos otros miles en esta época estival. A uno de ellos se le ocurrió la idea de enterrarse en la arena, como hemos visto en tantas películas estadounidenses. Sus amigos cavaron un profundo hoyo y le cubrieron de arena, en posición vertical, hasta el cuello, de modo que de éste chico sólo afloraba su cabeza a la superficie.
Pero lo que comenzó siendo un simple juego, un divertido pasatiempo, estuvo a punto de terminar en tragedia. Por una simple razón: ignoraban el movimiento de las mareas. Y cuando comenzaron a enterrar a su amigo, la marea estaba yendo de baja a alta. Y cundió el pánico. Todo ocurrió muy rápido: la marea subía, y llegaba amenazadoramente a la altura del joven, a punto de ahogarse. Sus compañeros intentaban a toda velocidad liberarle, escarbando desesperadamente con sus manos para retirar la arena que aprisionaba el cuerpo de su amigo, pero el agua mojaba dicha arena, haciéndola no sólo más compacta, sino más pesada. Tarea imposible: el nivel del mar subía estrepitosamente. Estaban viviendo una pesadilla digna de películas como "Destino fatal" ("Hora de morir") o "Destino final".