Antes de que se popularizara el iPad y todo ese ejército de tablets existentes hoy, Casio ya había entrada en ese campo y había ofrecido un producto mucho más completo que estas. Corría, ni más ni menos, el año 1999, y Casio lanzaba su Cassiopeia de la familia Fiva, la MPC-501. Este ordenador portátil era muy superior a los Cassiopeia conocidos hasta el momento, por muchas razones, entre ellas su gran capacidad de conectividad, con puertos para todo tipo de elementos (USB, tarjetas de memoria, infrarrojos..., e incluso un puerto replicador), por su enorme capacidad de operatividad (teclas físicas, stylus...), sino que, además, en hardware era una pasada, con una pantalla TFT que, en aquellos años, estaba lejos de ser algo habitual. Y si todo ello era poco, incorporaba dentro nada más, y nada menos, que un Windows "de verdad", el último Windows en aparecer un año antes, el 98.
La CPU de esta "frikada" era una Cyrix MediaGX con tecnología MMX. Tenía hasta 96 MB de RAM (un ordenador medio de aquellos años solía tener 32, y lo máximo que se podía encontrar en el mercado de gama alta eran 128 MB), con memoria dedicada a vídeo de 2,5 MB, y una ROM para la BIOS de 256 KB. O dicho de otra forma: estábamos hablando de un "aparatejo" de cuidado. No solo eso, su sistema de sonido de tipo PCM era compatible con las Sound Blaster 16, y por supuesto, incorporaba micrófono y altavoz. Por tener, disponía de un módem interno a 54kbps, que se podía conectar con un cable - incluía puerto para ello - a una toma de teléfono, y así utilizar Internet. No se quedaba ahí la cosa, porque ofrecía un puerto serie si querías imprimir con ella (¡estamos hablando de una tablet!, esto es imposible de encontrar hoy), y hasta un fax a 14,4 kbps.