
Casio fue una de las últimas marcas en adoptar tecnologías de iluminación electroluminiscente, algo que ocurrió ya bien entrada la década de los noventa del siglo pasado: en el año 1995. No es extraño. Si algo diferencia a Casio de otros fabricantes de hardware o software es su principio de "si es algo superfluo, no lo introduzcas".
En una época en donde nuestros ordenadores alcanzan la gigantesca cifra de cuatro o cinco gigabytes de memoria RAM, y nuestros discos duros alcanzan ya el terabyte, Casio mantiene sus relojes con una ínfima cantidad de memoria, ridícula, y ni su diseño ni tecnología se diferencia mucho de aquéllos de los robustos relojes de las primeras décadas. Relojes que están ya suficientemente probados, que son suficientemente fiables.