A veces no es lo que quieres, sino lo que puedes. En la vida muy pocas veces podrás elegir. Aspirabas a aquella rubia electrizante, y acabas con una morena de padre gruñón. Querías un GT, y tienes que comprarte una ranchera o familiar. Querías un auto nuevo, y tienes que conformarte -con suerte- con uno de segunda o tercera mano. Querías ese piso de geniales vistas..., ¡ojalá!, tienes que conformarte con un "cuchitril". Todos queremos estar sanos, fuertes y ágiles, y henos aquí a muchos arrastrando esas penosas enfermedades, nuestras renqueantes articulaciones, nuestras canas y arrugas.
La publicidad nos bombardea a cada instante vendiéndonos la falacia de que la vida se basa en elecciones, ¡que se lo digan a ese padre cuya hija ha nacido enferma si no hubiera querido elegir otra cosa! Ni mucho menos. A veces solo podemos elegir de, entre lo malo o lo que no queremos, lo menos malo.