Vivía en un piso que, cuando llegaba el verano, solían venir a vernos unos extraños visitantes. Eran como minúsculos escarabajos -ignoro qué nombre tendrán- que se pasaban días enteros pegados al mismo lugar en la pared. Esto me ha venido a la mente porque por la mañana me encontré con uno sobre el techo de la cocina, y mientras lo quitaba y lo arrojaba a la basura me pregunté qué sentido tendrían ese tipo de animales. Son bichos que nacen sentenciados -sobre todo si lo hacen en una casa-, y que nacen para morir. Para acabar en la basura. Me pareció un desperdicio por parte de la naturaleza: un desperdicio de energía, de tiempo, de recursos... Y una existencia totalmente banal. Nacer para morir.
Entonces me di cuenta que ellos cumplían su papel. Puede que llegase un humano y su papel durase unas horas, o que por causas de su ciclo vital su existencia no perdurase más allá de una temporada, pero seguían cumpliendo su papel. Su papel sirviendo al tiempo, degradando su entorno.