Tal día como hoy, 3 de agosto, pero de 1972, Casio dio un sonado golpe sobre la mesa: conquistó el mercado de las calculadoras de bolsillo al lanzar su Casio Mini a un tercio del precio de sus rivales, y a un tamaño más compacto (hasta cuatro veces más) que sus competidores. La Casio Mini no ofrecía nada que las otras no tuvieran, pero si había algo en ella diferente: su precio. Con ella, Casio colaboró de manera notable a la popularización de las calculadoras, dándole la oportunidad a cualquier persona para que pudiera disponer de una. Hasta entonces, las calculadoras eran casi como un ordenador, aparatosas, caras, y principalmente destinadas al mercado empresarial y al mundo científico.
La Casio Mini cambió el paradigma que hasta entonces existía, y por ello en 2008 recibió el merecido homenaje de incluirse entre los productos del Patrimonio Tecnológico para el Futuro, en Japón (y no fue la única en recibir homenajes, por cierto). Y con todo ello, ya de paso - queriéndolo o sin querer -, barrió a la mayoría de sus rivales. Porque hasta entonces había infinidad de marcas que vendían calculadoras, en lo que se dio a llamar "la guerra de las calculadoras".
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