Hubo un tiempo en que Casio hacía relojes como este DW-240, verdaderas obras de arte tanto por dentro como por fuera y que podías lucir con orgullo en todas las ocasiones. Hubo un tiempo en que los HD eran la élite de los digitales de Casio, antes de la llegada de los MT-G o Giez. Antes incluso de la llegada de los G-Shock. Hubo un tiempo en que llevar uno de estos modelos en la muñeca significaba tener algo más que los relojes que portaban el común de los mortales. Esta etapa dorada de los HD duró muy poco, sólo cuatro o cinco años hasta la irrupción de los G-Shock. A la mayoría de gente no les dio tiempo siquiera a digerir la clase de "monstruos" que tenían a su alcance en las tiendas, muchos los veían como un reloj de plástico más, pero con un precio mayor. Hoy en día la gente se pelea y desvive por conseguir una de estas versiones con interior de metal, y quien posee uno en más o menos buen estado lo guarda como si fuera un tesoro, porque ese concepto quizá no se repita nunca más en la historia. Para acercarnos a esa forma de construcción quizá, quizá, habría que irse a las series de mezcla de resina y metal actuales, las MT-G, y aún así tampoco es lo mismo.
A su magnífica construcción los HD unían un módulo soberbio, fascinante. Un módulo tan completo que compararlo con su "reloj homenaje" el Casio W-215 actual da risa. Un módulo al que no le faltaba de nada, que incluía todo lo que un buen reloj debe poseer, y extras como REM o una pila de larga duración (5 años).