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4.05.2022

Casio en la literatura: El Protector (adelanto)



Lublaf Raffle es el autor de la serie de libros de aventuras sobre una familia de la nobleza más influyente, llamada los Arja-Zaheda, bajo el título de "El Centinela", que aunque actualmente está descatalogada, aún se pueden encontrar dentro de una antología detectivesca publicada hace un tiempo. En sus andanzas por los pormenores y las vicisitudes de los diversos integrantes de esa familia, sus controvertidos tejemanejes entre las cloacas del poder y de la manipulación de sus influencias, encontramos bastantes referencias a los relojes que utilizan.

En particular nos resulta muy interesante, sobre todo, los modelos de reloj que llevan consigo los servicios de seguridad que se ocupan de la integridad física de la familia. Podéis encontrar muchas de estas referencias en los títulos hasta hoy publicados pero, además, como adelanto hemos querido ofreceros en primicia una parte específica, formada por un fragmento, del nuevo libro de esta saga de aventuras que llevará el título de "El Protector". Os lo traemos porque en ella podemos encontrar reunido un buen elenco de modelos de G-Shock que esperamos os resulte entretenido y ameno de leer y, de paso, servirá para abrirnos boca a este nuevo título de la saga.




LUBLAF RAFFLE
EL PROTECTOR


Lo que no podía hacer era ir por todas partes con aquella jauría de canes a mi alrededor, así que antes de nada, tenía que deshacerme de ellos como fuera. Me pareció lo más lógico que, puesto que su madre no podía hacerse cargo, lo hiciera su padre el bull-dog y así endiñárselos a Paolo. Pero cuando fui a informarme a una agencia de transportes para enviárselos a Italia me quedé auténticamente perplejo al descubrir el pastizal que me cobrarían por transportar animales vivos. Por otro lado, y aunque hubiera pagado el montón de euros que me pedían, tampoco me los habrían admitido porque me exigían certificados de vacunación y no se cuantas historias que, ni qué decir tiene, yo no tenía. Jamás hubiera pensado que se requeriría tanta burocracia para tener al día a un animalucho de aquellos. En serio empezaba a sopesar la idea de arrojarlos a todos a una alcantarilla y olvidarme del tema, pero sus miradas inocentes y su aspecto indefenso me conmovían.

Decidí irme entonces a una protectora y dejárselos a ellos, y que se buscaran la vida con el marrón. Al chavalete gordinflón que me atendió le conté la verdad: que su propietaria no los quería, que le habían llegado "de improviso" de una perra calentorra que se puso a parir sin parar, y que me los habían dado para que hiciera lo que me diera la gana con ellos. Pero que, obviamente, yo ni por asomo los quería ni podía cuidarlos.

- Y entonces, ¿por qué se los llevó usted?

Ya, buena pregunta. Cualquiera le decía que no a la baronesa, menos aún en mi posición, que había ido allí a suplicarle ayuda como un gilipollas.

- Bueno... - Balbuceé como un idiota -... Es una larga historia.

Quiso la fortuna que precisamente llegase en aquel momento una familia pija con una niña boba a la que se le había antojado un perrito. Y en cuanto vio aquellos cachorritos se puso loca de contenta. Agarró a una de aquellas crías de perro como si fuera una muñeca de trapo y, mirando a sus papis, preguntó con ese tono que solo saben poner las niñas caprichosas:

- ¿Me lo puedo llevar, papi?

El de la guardería canina se frotó las manos, sonriendo complacido al ver que podría quitarse de encima el problemón porque, a decir verdad, estaban saturados de perros. La gente compra perros como monos y luego los tiran en cualquier rincón, abandonándoles como un pañuelo de mocos. Yo sonreí aún más que él, diciéndole a la pequeña mientras me piraba de allí:

- ¡Llévatelos todos, guapa!

- ¿¡Puedo!? ¿¡Puedo!? - Exclamaba la consentida. Todos nos sentíamos aliviados por cargarles el muerto a otro (perdón, los cachorros), todos menos los padres de la pequeña, que ponían cara de circunstancias y seguramente deseaban en su fuero interno que la tierra se los tragase. Y también, añadiría, se arrepentirían por haber llevado a su pequeña caja de caprichos a la perrera, y no haberle pagado un viaje a Disneylandia. Pero ya era tarde. El encargado de la perrera corrió a hacer el papeleo antes de que los padres de la mocosa se echaran para atrás, mientras el que ponía pies en polvorosa era yo, metiéndome en el 405 y si te he visto no me acuerdo. Hasta luego Lucas.

Ya tenía tiempo y paz, por fin, para pensar en mis cosas. La carta de recomendación que la baronesa me había facilitado incluía una dirección, de un tal Romunaige de la Cortini Arja Begnuarch, que no tenía ni puñetera idea de quién era. Bueno, sí, podía ser el famoso político al que llamaban "Romu", pero me extrañaba que fuese el mismo personaje. Y aunque de política no sé ni entiendo una castaña, al Romu le conocía de haberlo visto aparecer cada dos por tres en todos los medios de comunicación. No, no podía ser Romu. ¿El político? No. Imposible.

Pues era Romu, toma ya. El tipo vivía en una "casita" que diga usted el palacio de Buckingham. Comparado con su palacete, con torres almenadas y una extensión de terreno que incluía campo de golf hasta donde alcanzaba la vista, el palacio inglés se quedaba en una choza de pueblo. El tipo no me recibió. Claro, esa clase de gente no recibe a pobretones muertos de hambre, pero lo hizo su director de seguridad, el señor Igor Azmendi. Que era de seguridad ya lo había intuido nada más verle en la muñeca, al darme la mano, su reloj. Los detectives del Departamento de Vigilancia y Seguridad de Arja-Zaheda disponen de los modelos de la Serie 5 de G-Shock, los GW-5000, GW-B5600, etc. Solo por eso, uno ya intuye que es de la División de Investigaciones. Sin embargo, este tipo llevaba un MR-G, el MRG-B5000, un "pedazo aparato" de edición especial que costaba la friolera de 4.000 cucas... Y hablo en euros y "a toca teja", cuatro mil billetes así, soltados tan ricamente. Vamos, un Serie 5, pero de lo mejor que uno se puede meter entre pecho y espalda.

De manera que si era del servicio de seguridad, y con aquel reloj, indicaba claramente que era un jefazo, un capo. Y mis deducciones fueron ciertas cuando me informó de su cargo.

Tengo que decir que los protectores no nos llevamos bien con los escoltas ni con los detectives. Para ellos, nosotros somos unos currantes de segunda, unos tipos que barren lo que ellos ensucian y que nos encargamos del trabajo que ellos desprecian. Vamos, que nos miran por encima del hombro. Y eso alcanza a todos los niveles. Cuando entras a trabajar para los Arja-Zaheda como escolta te dan un DW-6900 o un GW-6900, ese será a partir de aquel día el reloj que te pondrás cada mañana, y del que no te desprenderás hasta la noche. Los aristócratas de la casa solar han decidido hacer así las cosas, y marcar con esos detalles nuestros límites, lo que podemos usar y lo que no, y los complementos y vestimenta que podemos llevar, y los que no.

Pero cuando eres un protector no te dan un GW-5600 ni un GWX-5600, qué mas quisiéramos, pero no. Como os decía, las Series 5 y 6 de G-Shock están reservadas para profesionales "de alto nivel", mucho más alto que nosotros. Claro, lo mismo que es más alta su nómina, dicho sea de paso. En su lugar, a nosotros nos ponen un W-219 en la muñeca y vas que chutas. Un birrioso y horrendo W-219 con el que llegas a encariñarte porque no tienes más remedio.

Tiene su sentido, porque se supone que somos como los aficionadillos que no pudieron ser escoltas y que se quedaron en nada, de manera que nos cuelgan un sucedáneo "del reloj de verdad" que llevan los escoltas, o sea, la variante "barata y pocha" de los DW-6900, que son los W-219, precisamente. Lo mismo que a los guardas y auxiliares de servicio les dan el modelo simplón del DW-5700 que llevan los vigilantes, el W-216, o a los controladores la Serie 5 "barata" que llevan los detectives, que son los F-108.

El director de seguridad de Romu me hizo seguirle por un pasillo acristalado de suelo brillante y encerado, el cual brillaba casi tanto como los ventanales, hasta una puerta de estilizadas dimensiones, estrecha pero muy alta, de doble hoja. La abrió, y accedimos a una especie de sala de estar, donde varias personas leían el periódico o charlaban distendidamente entre ellos, sentados en butacas y con diversos vasos sobre las mesas. Una ostentosa mesa de billar con apelmazado y colorido tapete verde se encontraba en el centro. El aire olía a café en grano bien cargado. Observé a uno de los que se encontraban allí sentados, leyendo una revista porno como quien lee el semanario de novedades. En su muñeca destacaba otro modelo de alto copete que enseguida reconocí: la edición especial Virtual Armour ni más ni menos, otras dos mil cucas en titanio y complicado sistema de ensamblaje de piezas como acabado. Si era la Serie 5, aquel tipo alto, huesudo y de escaso pelo, es que era otro miembro del Servicio de Investigaciones. Y si era una variante tan elitista y excepcional de esa serie de relojes es que también debía de ser uno de los detectives más eficientes, exclusivos y demandados del mercado. Por supuesto, el señor Romu escogía lo mejor de lo mejor. Bueno, exceptuándome a mí claro, que iba allí casi por imposición..., y esperemos que la carta de recomendación fuese suficiente porque sino me largarían con una patada en el trasero, y váyase usted a incordiar a otro lado.


| Redacción: ZonaCasio.com / ZonaCasio.blogspot.com / Lublaf Raffle




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3 comentarios:

  1. Más de 1000 páginas por 3€, realmente vale la pena.

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    Respuestas
    1. Así es Guti, fue un mazacote en su día para ofrecer de una tacada todo lo que se vendía suelto. A tu PD no le incluimos porque tus royalties son carísimos ahora.

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    2. Sí, sí. Teníais que haber aprovechado cuando eran baratos.

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