Título: Razones para la esperanza
Autor: José Luis Martín Descalzo
Fragmento:
El pasado domingo conté en este cuadernillo la historia del incendio de mi casa, vista desde la altura del pequeño corazón que yo entonces tenía. Pero un suceso como ése tiene siempre en las pequeñas ciudades -y mi Astorga infantil lo era- un ancho resonar de muchas vibraciones. Y así fue como aquella tragedia familiar me permitió a mí, niño, explorar numerosos continentes desconocidos dentro del alma humana. Descubrí, por ejemplo, la para mí inexplicable voracidad de los que se aprovechan de la desgracia ajena: ¿quién, por ejemplo, robó aquel reloj que pendía de un clavo en una pared que quedó intacta y en la que el clavo permaneció allí como una denuncia del artero ladrón? Entendí, por ejemplo, las anchas zonas de irracionalidad que hay en el hombre cuando el miedo le domina. Me río aún de la persona que, queriendo ayudarnos, tiró desde un segundo piso lo más preciado que en casa teníamos, una estupenda vajilla de la abuela. Comprendí qué falsos son los refranes que anuncian que no hay amigos en la hora de la desgracia: veo aún a aquel sacerdote -sólo desde aquel día conocido y amigo- que, ensotanado y con manteo, entró varias veces en la casa en llamas para ayudar a los míos.
Sí, aprendí muchas cosas aquel día, pero una sobre todas. Porque en mi Astorga infantil la gente se quería (aunque a veces, como se verá, se mezclasen al amor otros sentimientos), y así, a las pocas horas del incendio teníamos ya el ofrecimiento de varias casas en las que cobijarnos y todas ellas sin que nadie hablara siquiera de dinero, ¿Quién dijo que el egoísmo es el rey del mundo?
Después de varias entregas conociendo a los autores me toca uno que no conozco.
ResponderEliminar