No se si por desgracia o no, pero lo cierto es que la "locura atómica", allá por los años cincuenta y sesenta, pilló un poco pronto a los relojes digitales, puesto que su masificación y difusión aún no se habían producido. Por aquellos años había un cierto entusiasmo sobre todo lo atómico, se creía que sería la energía limpia del futuro, una energía casi sin costes y duradera. Esto trajo consigo que se hicieran todo tipo de lo que hoy consideraríamos "salvajadas" con ella (pero que en aquel tiempo suponían una muestra de avance). Los fabricantes de automóviles ideaban modelos para la gente del futuro, en donde pensaban que iríamos de un lado a otro montados sobre nuestro propio reactor nuclear. Este era el caso del Ford Nucleon o el SIMCA Fulgur.
Los gobiernos estadounidense y ruso invirtieron multimillonarias sumas de dinero en el desarrollo de aviones alimentados por combustible nuclear. Lo atractivo que suponía un avión de este tipo, el cual podría volar a gran altitud y permanecer en la alta atmósfera durante años, hizo que se ideasen todo tipo de soluciones a cual más escalofriante, rocambolesca y desquiciada que la anterior. El principal escollo de las fuerzas aéreas fue el peso, puesto que un reactor nuclear, para ser seguro, tenía que pesar mucho, algo incompatible con la necesaria ligereza que requiere una aeronave. Sin embargo la Armada sí pudo realizar con éxito el submarino nuclear que vemos hoy en día, gracias a que bajo el mar el peso no es tan importante.
Los relojes digitales se salvaron de todo eso y, cuando se popularizaron, la sociedad, por fortuna, ya había tomado nueva conciencia sobre el problema y peligro atómico y el movimiento "¿Nuclear? ¡No, gracias!" estaba en su máximo apogeo. Ese slogan (y el característico logotipo del sol rojo) decoraba muros y vallas de casi todas las ciudades. En mi mismo barrio existía un graffiti enorme con él. Eran años de cambio en donde la energía verde comenzaba a tomar forma, donde se producían los primeros éxitos a escala real del aprovechamiento de otra energía hasta aquellos años prácticamente ignorada: la solar.
¿Por qué se produjo este cambio? La llegada de los satélites que podían vigilar desde puntos más seguros amplias zonas del Globo hizo innecesario el motor nuclear para aviones. Los paneles solares alimentaban la nueva Era Espacial. Eran limpios, baratos y fáciles de mantener, pero, sobre todo, era duraderos. Muy duraderos. Los relojes de cuarzo no necesitaban mucha energía eléctrica para funcionar, así que Casio pronto recurrió a ellos para sus modelos. Al principio utilizaban el mismo diseño que para sus calculadoras: una célula solar alimentaba el reloj cuando éste se exponía a una fuente de luz, ahorrando así energía de su pila, a la que se recurría cuando el reloj estaba en la oscuridad. Esta solución funciona muy bien en calculadoras (y en juegos, como vimos aquí ayer), que son aparatos que se usan al aire libre o con luz normalmente, pero un reloj pasa muchos meses del año (en invierno y otoño, principalmente) bajo la ropa, con lo cual no se explota todo lo que se pudiera su tecnología solar. ¿Qué solución tomar? Usar una batería recargable.
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El Casio AL-190W junto a su capacitador. |
Pero si habéis usado alguna máquina a batería de los ochenta todos sabréis lo que suponía: no solo contaminaban como una pila, sino que además tenían desastrosos resultados al momento del uso, como un catastrófico efecto memoria o unos limitados ciclos de carga y descarga. Pero sus beneficios eran tales, y tan prometedores, que compensaban seguir investigando en ellas.
Por fortuna junto a los relojes de cuarzo aparecieron (o se popularizaron, más bien) otro tipo de dispositivos que iban a cambiar el mundo para siempre: los ordenadores. Así que Casio sacó del mundo de la informática, de las placas base y de los circuitos impresos, la tecnología que aún no existía en el mercado para sus relojes de célula solar: el capacitador.
Los capacitadores son hijos directos de la informática. Se usan profusamente para mantener "vivas" memorias y componentes internos que no pueden quedarse sin electricidad aunque se desenchufe el aparato de la red eléctrica. Los hay de muchos tipos. Casio podría haber elegido cualquiera de ellos, pero se inclinó por un capacitador intercambiable y sustituible de tipo moneda ("coin" en inglés). Para hacerlo útil y duradero a los relojes que lo equipaban les quitó la iluminación y el sonido de los botones, consiguiendo con ello el reloj solar más fiable del mundo, y su módulo uno de los más longevos, mucho más que otros de la competencia.
Pero los relojes solares aún no había dicho la última palabra. Si de la informática provino la última solución, la siguiente nos llegaría de otro de los elementos que sucederían a los ordenadores en popularidad: el teléfono móvil. Fue gracias a la enorme difusión y demanda de estos aparatos, y a la cada vez más necesaria autonomía, que comenzaron a desarrollarse baterías más eficientes, ligeras y sin el desagradable efecto memoria: las de litio. Este tipo de baterías se usan ahora no solo en los smartphones, sino también en los coches híbridos y eléctricos. Sus propiedades eran perfectas para el uso en relojes, y cuando Panasonic comenzó a ofrecerlas Casio, habituales colaboradores, no tardó en integrarlas en nuevos relojes, convirtiéndoles en Tough Solar y pudiendo ofrecer por primera vez energía limpia, obtenida directamente del sol, con módulos cargados de funciones que podían competir, ahora sí, con cualquier otro módulo a pilas.
Desde la sucia y peligrosa energía atómica cuyos defensores nos prometían un mundo quimérico, hasta el aprovechamiento de la energía renovable del sol ha pasado más de medio siglo, muchos años de evoluciones y de avances tecnológicos que han logrado convertir al reloj Tough Solar, que se recarga sin necesidad de enchufes ni elementos accesorios, sino con cualquier tipo de luz, en el dispositivo electrónico de consumo más limpio y eficiente del planeta, colocándolo a la altura de las más avanzadas máquinas jamás realizadas por el hombre, como son las naves y robots espaciales.
El reloj digital que de verdad era atómico
Hemos dicho que los relojes digitales prácticamente se escaparon de todo aquella "locura nuclear", y en cierta forma es cierto, pero también hubo quienes trataron de recurrir a la energía atómica para usarla en un reloj digital, aunque en este caso no con el clásico cristal de cuarzo, sino usando en su lugar un radioisótopo, en concreto el Radium 226, un subproducto obtenido de la desintegración del uranio (U-238) y uno de los que más vida activa tiene, nada menos que 1602 años. El Radio-226 es famoso en relojería, y puede que os suene, porque se utilizaba en el siglo pasado para pintar las luminiscencias de las manecillas (desprende gas radon) y es desgraciadamente famoso por producir cáncer, anemias y demás enfermedades al personal que trabajaba en contacto con él. De hecho, obviamente, los relojes con este tipo de material están prohibidos hoy en día. Fue usado en tiempos también en radioterapia, pero se abandonó su uso por su elevada toxicidad y peligrosidad.
Pero en el reloj digital este elemento no se usaba para pintar ninguna superficie del reloj, sino que se alojaba en un cubículo especial junto a un amplificador. El amplificador se encargaba de recoger las partículas alfa de la desintegración del radio convirtiéndolas entonces en pulsos eléctricos con una frecuencia constante. Estas señales eléctricas eran luego divididas en una cadena binaria por el CMOS (el circuito electrónico computerizado) y usadas luego en el reloj para secuenciar la hora, bien mediante LEDs, o con una pantalla LCD convencional (como la de nuestros relojes digitales). Además, para alimentar el circuito se usaba una batería comercial tipo botón, de tres voltios, mientras que el recipiente donde se alojaba el elemento nuclear no tenía ningún tipo de conexión energética: no le hacía falta, ya que funcionaría por sí mismo durante más de mil años.
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Imagen técnica del diseño del reloj nuclear de HMW Industries (1971). |
Este reloj existió, y fue un invento de la americana HMW Industries (propietaria de los relojes Hamilton, por ejemplo), el cual lo patentó en el año 1971. El reloj poseía una exactitud de 32.786 Hz (la misma del cuarzo), debido a cuestiones de patrones de simplificación electrónica, mejorando al cuarzo en que el elemento atómico era insensible a los cambios de temperatura, a las variaciones magnéticas, a los golpes (las emisiones nucleares no se veían influenciadas si vibraban con los golpes), y, además, hacía que el consumo eléctrico fuera mucho menor en comparación a un reloj a pilas.
No solo eran esas sus virtudes, sino que gracias al uso de las emisiones de radioisótopos, este reloj mejoraba su exactitud con el tiempo. En lugar de verse influenciado por múltiples causas como los relojes convencionales en donde la exactitud se incrementa o decrementa, en el reloj nuclear el porcentaje de error de los sistemas combinados lo hacía más exacto cuanto más se usase (a pesar de que poseía la misma exactitud en cuanto a ciclos de hercios que el cuarzo, como acabamos de explicar).
Su fabricante iba más allá, y aconsejaba (o sugería) el uso de este reloj atómico para mujeres, ya que en sus especificaciones aclaraba literalmente que era muy apto, por la posibilidad de hacer con él relojes de tamaño muy pequeño, para que lo usaran las damas.
Por supuesto, quedaba un punto importantísimo por resolver: qué pasaría con sus usuarios cuando abriesen el reloj o lo manipularan, y con los residuos del elemento radiactivo que llevaba en su interior si eran depositados en el medio ambiente (imaginémonos que este reloj lo usaran los mismos miles de millones de personas que usan hoy a diario su reloj de cuarzo, terrorífico, ¿verdad?). No quiero ni pensar, además, si este tipo de artilugios llegasen a caer en manos de niños. Por supuesto, este aparato nunca se fabricó en serie, pero existía y sólo eso nos da una idea de la suerte que tuvimos al no popularizarse el reloj digital en la época de oro de la "fiebre nuclear". Sólo de pensarlo da escalofríos. De la que nos hemos librado.
| Redacción: Zona Casio
O que tal que algún grupo terrorista comprara muchos de estos relojes y se hiciera su propia bomba atómica. Ni siquiera se necesitaría que hubiera fisión, con dispersar un poco de material radiactivo en el ambiente sería suficiente para condenar a miles (si no millones) de personas a una muerte horrenda... Ahora que lo pienso, tal vez les este dando ideas, si alguien del fbi o de interpol nota que de repente las ventas de relojes luminox, mtm y similares aumentan de forma extraña, tal vez se deba a esto...
ResponderEliminarP.d. Tambien queria comentar del caso de las mujeres que enfermaron gravemente en los años veinte cuando trabajaban en una fabrica de relojes y pintaban las caratulas con radio para que brillaran en la oscuridad. Las famosas Grace Fryer y Las Chicas del Radio (¿que tal un articulo al respecto? Es uno de los capítulos más grotescos de los anales de la relojería). Y también comentar que actualmente siguen existiendo relojes atómicos, solo que ahora basados en el cesio y de los que se dice que tienen una precisión de unos segundos cada pocos miles de años...
ResponderEliminarMe ha encantado que hayáis retomado un tema que estuvo tan candente como el "Nucleares, no gracias".
ResponderEliminarPero la energía atómica sigue ahí, con grandísimas esperanzas en la fusión para la humanidad. Ojalá consigamos ese reto pronto.
En cuanto a baterías, si os interesa podéis leer: http://www.javiergutierrezchamorro.com/baterias-recargables/2199
Y de nuevo, confesar mi amor por los capacitadores. Tengo a los primos del prota del artículo, un AL-180, y un HDD-S100, y están geniales saber que el capacitador será casi eterno, a pesar que pueda descargarse por completo.
Interesantísimo reportaje, como siempre, y muy ameno. Ya conocía la página de Guti, es muy útil y resume muy bien las diferentes tecnologías de baterías que existen. La recomiendo.
ResponderEliminarMe uno a guti en los relojes con capacitor y celdas solares, de hecho compre mi hdd s100 por lo que leí en zonacasio y en la página de guiti, un excelente reloj que no contamina.
ResponderEliminarSaludos.
Hay estupendos artículos dedicados a los ToughSolar y Solares con capacitador en este blog. Para mí este es buenísimo, porque en la comparación se estudia muy bien ambas tecnologías. Tenemos también este, o este otro, y otros más, que nos ilustraban sobre estos relojes y sus tecnologías. Gracias a ellos me fuí haciendo con algunos Tough Solar (ya tengo tres), pero seguía retiscente a tener uno con capacitador, hasta que leí este artículo de guti, en el que me respondía a mis dudas, y estas quedaban zanjadas, y fué cuando, como dije en un post reciente, me hice con el HDD-S100 hace muy poco.
ResponderEliminarTodos estos artículos, como el de hoy, que aporta también otras cuestiones, son muy interesantes y nunca están demás, hay que seguir insistiendo en las bondades de esta tecnología.
Me alegra que al final te convenciera mi artículo Francisco Frivero.
ResponderEliminarY el HDD-S100 es una magnífica opción. Misma plataforma que el AL-190, pero con cristal mineral para que no se ralle cuando juegues con tus perros, WR200, ...
Me gustaría que Casio siguiera invirtiendo en capacitadores por su fialidad. Con algo de mejoras (recordemos que es prácticamente igual que en los 80), y PowerSave, serían capaces de poner luz de LED, y aumentar al mismo tiempo su autonomía.