Necesidad de vender

Muchas veces me he preguntado por qué hay tanta gente mayor que lleva humildes Casio F91, o analógicos como MQ-24. A lo largo de sus vidas muchos de ellos seguro que se habrán podido permitir un Rolex, un IWC o un Omega. O un Oceanus. Sé que esto no es una muestra estadística -ni pretende serlo-, y que, en gran medida, dependerá de la escala social en que te muevas. Pero me ha llamado la curiosidad que las razones que exponen habitualmente muchas de las personas mayores con las que me he encontrado suelen coincidir bastante. No reniegan de los relojes caros, e incluso casi todos confiesan haberlos tenido en algún momento de sus vidas. Pero aparte de en alguna vitrina, o parados en algún cajón olvidado, no han sobrevivido en sus muñecas.

Tendréis curiosidad en saber las razones. Yo también.



Pero estas razones suelen ser variopintas. Si les preguntas por qué no se compran un reloj de esas gamas tan altas, y tras el susto emocional que se llevan al darles a conocer sus precios, te suelen responder que a su edad ya no merece la pena semejante inversión. Que uno de sus modelos Casio asequibles es "más que útil" para saber la hora. Ahora bien, ¿han tenido relojes exclusivos? ¡Claro que sí! ¿Y qué ha pasado con ellos? Bueno, algunos te dicen que el cristal acabó destrozado. "¡Pero si es de zafiro, no se raya!", les digo, y se echan a reír como si yo fuera el niño más inocente del mundo: "¡todo se puede rayar y romper, si vieras como acabó..!"... y te cuentan una historia sobre sus andanzas y cómo no habría reloj que las aguantara.

Otros es por la caja, "de oro, pero acabó descolorida", o con la corona saltando por los aires. Puede que entre muchas de esas respuestas haya elementos de ficción, simple imaginería que no hace daño a nadie, pero también hay partes de verdad. Y, al fin y al cabo, si su reloj carísimo no lo tienen en la muñeca es por alguna razón, y eso es indudable.


Otros argumentan problemas diferentes, como una vista deficiente y la necesidad de un reloj menos recargado: "tantos circulitos y numeritos hace imposible ver la hora".

Me resulta simpático pensar, y de alguna forma es paradójico, que después de nuestros esfuerzos por adquirir el reloj tan elitista que nos gusta, acabemos todos con un simple Casio de veinte euros.

Las cajas de resina serán todo lo que se quiera, se rayarán sólo con mirarlas, pero son sufridas al cien por cien. Eso sí, lo de un cristal de resina que nos dure decenas de años aún está por ver, pero las páginas de compra-venta están llenas también de modelos de reloj que se han visto sometidos a tan mala vida que incluso carecen de trozos de su cristal mineral.


Diseñados para vender
Llama la atención cómo muchos de los fabricantes de modelos de lujo siguen a pies juntillas la ley de la obsolescencia programada. Pero eso no importa: sus potenciales compradores cambian de modelo de reloj casi con la misma rapidez con la que cambian las estrellas mediáticas que los anuncian. Tienen que vender. Es de lo que viven.

Porque sino no se explica cómo el diseño exterior de muchas de esas marcas se ha mostrado inalterable a través de tantos años. Porque el reloj tiene siglos de historia. No es porque sea un diseño inmejorable (dudo que eso exista), más bien podríamos exhibir razones más mercantilistas. Más mundanas. El carecer de guardas para la corona, o la cantidad de ellos con cristales que afloran demasiado sospechosamente al exterior... Y encima curvados. Para que pulirlos no te resulte tan cómodo.

Por supuesto hay de todo. No todos los fabricantes siguen esta premisa, pero quienes lo hacen tienen sus motivos, y no son únicamente estéticos.

En contraposición a todo esto tenemos marcas como Casio. Su línea Collection es a la recurrimos todos en caso de necesidad, y en ella se encuentran también los principales modelos que usan los más ancianos, que mencionábamos al principio de este artículo. Son los modelos más sufridos , una variedad tan enorme que hay para todos los gustos. Aún así, a Casio no le compensa. Desde el fabricante japonés admiten que con esa línea pierden dinero, y es una de las razones de que apenas exista en las páginas oficiales de China, Japón o Corea. Y por eso los demás fabricantes "elitistas" carecen de marcas similares. No es que Jaeger -por ejemplo- no pueda tener esos relojes, sino que les compensa vender uno solo de sus modelos que doscientos F91. Si les compensase, tendrían una línea así. Otras marcas que venden relojes de ese tipo (Marea, Nowley...) no son fabricantes, sino que encargan sus movimientos. Y quienes los fabrican -como Swatch- hacen clónicos de un mismo modelo, cambiando colores y poco más, para no aumentar los costes de producción y desarrollo.


La inversión en módulos nuevos, moldes, modelos, manuales... no compensa cuando luego vendes el reloj a veinte euros. No hay margen para el beneficio, y a los representantes, tiendas y distribuidores no les gusta nada vender esas cosas, porque es muy poco lo que ganan con ello. Vender un Rolex le "arregla el mes" a una joyería. Pero vender un F91 no les da ni para pipas. Pierden dinero, y Casio lo hace por una única razón: por nosotros. Lanza el W-215, el AE-1200 o los W-202 y tantos otros, sólo por su gente. Por sus fieles clientes. No es que Casio sea una ONG, no es eso. Pero lo hace así, y hay que reconocérselo.

Y, al final, son esos modelos de reloj quienes les salvan el día a los ancianos, a los que necesitan un reloj fiable cuando les falla el suyo, y a nosotros cuando buscamos un reloj bonito y no tenemos más que telarañas en los bolsillos. Vivir para tu reloj o vivir con tu reloj. He ahí la diferencia que, los más ancianos, con su experiencia, han sabido reconocer.

| Redacción: Zona Casio