Hace algún tiempo comentaba con algunas personas cercanas y aficionadas a Casio, la necesidad de que en el catálogo del fabricante nipón hubiera algún modelo que atrajera al público "de toda la vida". Que estaba bien intentar contentar y "hacer felices" a las nuevas generaciones, también a los "raperos" (término genérico que se usa para denominar a los compradores compulsivos de relojes G-Shock de colores, no es nada peyorativo contra los "raperos" de verdad, que conste), y a los "millonarios" que quieren relojes "premium". Que todo eso estaba muy bien y que lo entendíamos, pero que se necesitaba un paso más también en otra dirección.
Hace unos cuantos meses en Casio nos entusiasmaron, ciertamente, con el "relojazo" que fue - y es - el DW-291, pero "a la chita callando" y a las primeras de cambio, dio un paso atrás con el W-737, no porque fuera un reloj malo (todo lo contrario), sino por no querer lanzarlo a nivel mundial, solo reservarlo para ciertos países con clientes cuya capacidad económica fuera "menos asequibles" (como si en México, Argentina o Chile no hubiera también gente con dinero, en fin..., son esas incongruencias que nadie entiende de esta Casio).