La marca Sava fue una firma histórica en el panorama del motor español. Durante décadas, colaboró eficientemente a proveer a los profesionales del transporte por carretera de vehículos comerciales (incluso de bastante tonelaje, como el Sava S-70 o el Sava S-511), en unos tiempos donde la oferta escaseaba. Con el paso de los años, la llegada de competencia extranjera y, como por desgracia suele ser tan habitual, una azarosa historia de vanidades y envidias, acabaron con ella. El entonces Instituto Nacional de Industria (INI), bajo su "filial" ENASA (Empresa Nacional de Autocamiones, S.A.) la compró para que no le hiciera competencia (Sava iba a unirse con Barreiros, y las dos formarían un grupo más potente que la propia ENASA) y la incorporó a su firma principal de modelos para el transporte: Pegaso. Gracias a ella, la icónica Pegaso pudo ofrecer una furgoneta ligera, la Pegaso J4, que no era más que una Sava J4, combinando ambos logos sobre la carrocería.
El Lancia Stratos era todo lo contrario. Gestado con vistas específicamente para la competición, su lanzamiento comercial se hizo por obligación para poder competir en rallies, en donde durante algunos años de los setenta fue líder indiscutible, arrasando por allí donde pasaba.
Son filosofías de vehículos absolutamente incompatibles. Un Lancia Stratos no puede llevarte mil kilos de carga y repartir tus paquetes durante toda una jornada, pero sí puede mantenerse en pie y superar las condiciones más adversas en pistas sobre hielo, nieve y barro, sobre las cuales la linda Pegaso J4 acabaría hecha añicos.
Da la casualidad que por aquellos años, los ochenta donde el Pegaso J4 tenía aún una presencia notoria en nuestras carreteras, los modelos W de Casio, los de resistencia al agua como los W-24, W-66, W-14, W-10, o este mismo W-59, también campaban a sus anchas. Y esos eran relojes que identificaban muy bien a sus propietarios, eran relojes "de currante". No en vano a los W-59 y F-91 se les dio el apelativo, muy acertado, de "reloj de albañil" o "reloj del obrero". No sería raro ver, pues, que más de un sufrido conductor de las Pegaso J4 llevase también en su muñeca un W-59, un reloj fiable para seguir los tiempos de descanso, consultar cómo llevaba el ritmo de distribución, o el tiempo que le hacían perder los agobiantes atascos de las urbes.
Frente a él encontramos, con una manera totalmente diferente de ver las cosas como decíamos, el DW-630 de G-Shock. Este que veis apareció en el mercado en 1995, tiene un módulo (el 1104) "de W-59" con las mismas funciones, pero mejorado. Su pila, como la de los W-59, es casi incombustible (he perdido la cuenta de los años que lleva conmigo, y aún no se la he cambiado). Es un reloj impensable en la Casio de hoy. Si repasas la historia que G-Shock publica en sus páginas oficiales, no encontrarás ninguna referencia al DW-630. Es como si nunca hubiera existido. Lógicamente, alguien que aspira a vender modelos de esta marca a miles de euros, no puede reconocer que antes los vendía a menos de cuarenta. Pero para eso estamos nosotros aquí, para recordárselo.
Como el Lancia Stratos, el DW-630 estaba hecho para momentos al límite. Era todo un G-Shock, con todas sus ventajas y virtudes: módulo protegido por placas almohadilladas, caja de resina con refuerzo metálico en las paredes del interior, cristal de mineral endurecido, bisel anti-golpes que lo protegía de caídas, caja reforzada con fibra de vidrio... Y una claridad y visibilidad de sus dígitos asombrosa.
Eso requería más atención. No era como un W-59 o una Pegaso J4, que podías tirar millas con ella y, aparte de algún que otro cambio de aceites y neumáticos, y ciertas revisiones mecánicas, su motor lo soportaba todo. Al W-59 lo mismo: lo llevabas contigo casi sin prestarle ni atención, lo lavabas de cuando en cuando bajo el grifo cuando te lavabas tú las manos, y listo. A seguir cargando cajas en la furgo.
El DW-630 iba a necesitar un cuidado mayor, una limpieza más exhaustiva para que bajo su bisel no se quedara porquería, un aceitado del mismo para mantenerlo flexible (y evitar tener que cambiarlo cada dos por tres, por cierto), y era, además, más pesado. Era un reloj que se notaba que lo llevabas puesto. Eso sin olvidar que poseía más tornillería, lo cual exigía más delicadeza al desarmarlo.
El Lancia Stratos también era in coche muy incómodo de conducir. Quienes han estado en él dicen que es una tortura manejarlo, y que se llega a sentir auténtica claustrofobia. Obviamente su interior no está hecho para que el conductor entre y salga a cada rato - como la J4 para sacar bultos -, sino para ser radical y llevar el coche sobre raíles, meterlo entre el polvo, el viento y las ráfagas más heladas de lluvias torrenciales, en donde su perfil, extraordinariamente aerodinámico, ofrezca una ventajosa posición para salir airoso de esas situaciones. Así es también el DW-630 de G-Shock. Sus pulsadores no son los más intuitivos ni cómodos, de hecho tienes que presionarlos "con el canto de una uña". Además, están duros de narices, porque tienen que impedir que le penetre suciedad en el módulo. Y por si fuera poco, el bisel sobre-elevado no ayuda en nada a todo ello.
Son formas de entender la relojería totalmente antagónicas. Puntos de vista radicalmente divergentes con soluciones de concepto enfrentadas. Que obviamente, responden también a diferentes necesidades. Por supuesto, un obrero puede usar un G-Shock (y de hecho los usan), y le dará buen servicio por muchos años. Y un conductor de alta competición puede usar perfectamente un W-59. No obstante, uno y otro agradecerán en cada modelo detalles diferentes, y quien prefiera la resistencia y la radicalidad, se sentirá mejor con el G-Shock DW-630. Quien, por su parte, busque la comodidad y un bajo mantenimiento, agradecerá el W-59. Lo bueno de todo ello era que, y a diferencia de hoy, por aquellos años podías tener perfectamente los dos. Ahora puedes tener el W-59 - por fortuna - pero el DW-630 es, por desgracia, un estilo que ya no existe en G-Shock y una forma de entendere la relojería a la que Casio ya le ha dado totalmente la espalda. Una pena.
| Redacción: ZonaCasio.com / ZonaCasio.blogspot.com
De niño la Sava era mi favorita, tenía un diseño muy cuco por más obsoleta que ya estuviera incluso por aquellos años. El Stratos una pasada, aunque me quedo con el 037 o el Delta Integrale antes que él.
ResponderEliminarSi en Japón ven ese dw630 seguro que a algún ejecutivo le da un infarto
ResponderEliminarCada vez que veo el DW-630 me chirría esa tipografía de 100M, como si fuera una pre-serie o algo así.
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