RelojesDeModa.com

6.05.2020

Cuando no había otra manera de tener un reloj digital


Hubo un tiempo en que si querías tener un reloj digital, y no "de agujas", debías conformarte con una solución expeditiva y un tanto rocambolesca, con funcionamiento mecánico bastante engorroso. Si lo miramos fríamente, estos relojes no dejaban de ser una especie de dos ventanitas fechadoras, salvo que el disco en el cual estarían puestos los días del mes, se sustituían por discos con los minutos y horas (60 en el primer caso, 12 en el segundo). Obviamente, esos discos unidos al tren de engranajes que guiaba las horas y los minutos, y no al sistema de cambio diario del calendario convencional en un mecánico.

Marcas como Lucerne (que toma su nombre, precisamente, de la ciudad Lucerna de Suiza) ofrecían relojes de esta índole, como ves un tanto minimalistas dado que la incorporación de tanto disco hacía imprescindible el dedicarle mucho espacio que luego había que "taparlo" de alguna manera. Cierto que el resultado era un tanto futurista, como también lo era el hecho de que había que tener una agudizada vista para poder leer esos minúsculos números de los minutos, a los cuales ayudaba, en cierta forma, una ventana de forma curva por la que se alcanzaba a ver parte de los minutos sucesores y antecesores al actual y que, además, servía para que el número del minuto no se quedase en medio y no se pudiera ver al completo, en cuyo caso nos quedábamos sabiendo la hora, pero no el minuto, hasta que se colocara centrado bajo la ventana.




Por supuesto, ni hablar de cuenta de segundero, que yo sepa no hubo ni siquiera un intento de tenerla, y no por la falta de mecanismos para ello (cualquier reloj mecánico analógico que se precie lleva segundero en una de sus agujas), pero no hay que olvidar que un sistema que tenga que mover tantos números y tan rápido debía de tener rubíes y engrase constante para un desplazamiento suave y continuo durante muchos días, muchas horas, y muchos meses al año. Imagino que ese reto se convirtió en algo innecesario de solucionar, cuando aparecieron los relojes digitales de cuarzo, en donde el movimiento eléctrico de los cristales de ese material hacía innecesario engrase alguno, ni mantenimiento, ya que tampoco sufren desgaste. Un salto tecnológico, pues, mastodóntico si lo comparamos con estos humildes, extravagantes y un tanto esperpénticos relojes mecánicos digitales.

No hay que olvidar un curioso detalle, y es que los minutos iban transcurriendo de cinco en cinco. Sin un indicador preciso (en algunos había una línea, con escala marcada en el disco) era difícil conocer el minuto exacto, que era más bien orientativo. Es decir, podían ser las 7:45 "pasadas", pero no era fácil precisar cuántos minutos pasaban específicamente de esa hora. Si nos detenemos a valorarlo un poquito, eran tiempos en los que incluso tres minutos, hasta cinco de diferencia, no importaba mucho, acostumbrados a la inexactitud propia de un mecánico. Los digitales "de verdad", de cuarzo, vendrían a cambiar eso para siempre, y dos o tres minutos desviados de la hora se convirtió en algo inasumible, en todo un mundo. Estos "digitales", por tanto, poco tenían que hacer frente a semejante precisión.


Acerca de Lucerne
Actualmente Lucerne es una marca que se utiliza por diversos fabricantes asiáticos, ya que -dicen algunas lenguas- nunca fue legalmente registrada (tal vez la razón era que Suiza no permitía registrar sus ciudades como nombres de marcas).

En los años sesenta, la Lucerne Watch Company tenía su sede en la populosa y glamorosa 5th Avenue de New York City, en donde algunos inmigrantes europeos ensamblaban relojes con piezas procedentes de Europa (Suiza, principalmente). Por lo tanto, no fue una marca manufacturera, sino más bien ensambladora cuya propiedad, se cuenta también, pertenecía a una familia alemana asentada en los Estados Unidos.


Los relojes que ilustran este post pertenecen a finales de los años sesenta, y principios de los setenta, antes de la explosión de la relojería digital de cuarzo y los primeros coletazos de la misma, y representan uno de los últimos ejemplos de la relojería mecánica por ofrecer una competencia, digamos desigual y en inferioridad de condiciones, con los digitales de LED y LCD que irían a copar y protagonizar el resto de la década de los setenta y, a continuación, volverse dueños casi en exclusiva de la década de los ochenta.

Lucerne intentó en vano competir con ellos ofreciendo cajas variadas, diseños, y acabados, incluyendo variaciones de tonos de fondos, de cajas y de correas o armis. Hoy son un bonito y raro recuerdo de aquella relojería mecánica que pugnaba a la desesperada por sobrevivir. Marcas setenteras del momento como Cambio o Roberta, tenían su propia interpretación de estos mismos relojes con ligerísimas variaciones.

No se debe confundir esta Lucerne con el "Made of Lucerne" de relojes como Carl Friedrich Bucherer (Carl F. Bucherer) que lucen en sus esferas, los cuales sí son manufactura y, al contrario que Lucerne, sí están asentados en Lucerna.




| Redacción: ZonaCasio.com / ZonaCasio.blogspot.com

9 comentarios:

  1. Vicente R.5.6.20

    Interesantísimo reportaje.

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  2. Son preciosos, deberían hacer nuevos modelos.

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  3. Jose Carlos6.6.20

    No dejan de ser originales ( incluso ahora) y bastante innovadores para su tiempo. No se si en su día serían comprendidos o no, pero está claro que son los precursores de los digitales. Muy buen post de historia. Por cierto, os quejáis a veces de las esferas desaprovechadas...

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  4. Estos Lucerne están muy cotizados últimamente. Hace años le eché el ojo a algunos NOS que rondaban los 50€, y me arrepiento de no haberlos comprado. Me recuerdas los paneles de instrumentos analógico-futuristas tipo el Citroen GSA.

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  5. Respecto a los segunderos de estos relojes, hubo algunos, de la marca Sperina por ejemplo que si lo incorporaron. Gracias por el reportaje sobre estos magníficos relojes.

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  6. Anónimo7.6.21

    En la actualidad existen marcas de alta relojeria que explotan este tipo de interface horaria. Bovet, Harry Winston, Azimuth entre otras ofrecen estas rarezas. Pero sus precios astronómicos no tienen nada que ver con lo asequibles que eran aquellos. Por supuesto en la calidad constructiva tambien existe una abismal diferencia.

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  7. Anónimo7.6.21

    Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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