Durante muchos años, en España, existía una frontera "legal" que marcaba tu paso entre la niñez y la edad adulta. No hablamos de la mayoría de edad, sino de algo que respondía más bien a "sensaciones". Se trataba de la Licencia de Ciclomotor. Podría decirse que casi a la par que la obtenías, dejabas atrás tus cosas "de niño", tu Casio F-10 o tu Casio F-20, y pasabas a llevar relojes digamos "más serios", más completos, más "de adulto": un HD, un Marlin, o incluso, más adelante, hasta un G-Shock. Eso demostraba que tenías "otras necesidades", o que eras "más exigente", por decirlo así, y ya te quedaba pequeño aquel humilde F-77 que te habían regalado por tu Primera Comunión, o que habías conseguido como un capricho tras verlo en un escaparate, y rogarles con insistencia a tus padres. Quizá, en un arrebato de generosidad en aquella paupérrima España, tus padres te lo habían comprado durante algún viaje.
Sin embargo el Casio "de mayores" que ahora adornaba tu muñeca era bien distinto. Ya no solía ser un regalo de tus padres, tal vez era ahora un regalo de tu novia, o un deseo que te pagabas con tu propio dinero. Junto a él conseguías eso: la valiosa Licencia de Ciclomotor.