A mediados de los años 70, en plena crisis del cuarzo y en medio de la fiebre por los plásticos (comenzaron a montarse en todos lados, incluyendo defensas de los automóviles, e incluso cajas de relojes como el Casio F-100 de 1978), Tissot trató de responder innovando con su reloj Astrolon (denominado en otras partes como Actualis o Autolub). Su ventaja era que, mediante un proceso innovador de plástico moldeado llamado Hostaform, su calibre (es decir, todas sus piezas) estaban hechas de plástico inyectado y autolubricado (tecnología Sytal).
Cierto que Swatch con su Sistem51 nos quiso vender el concepto de un reloj revolucionario, que no requería lubricación ni ajuste, pero ni mucho menos fueron los primeros. De hecho, antes que ellos ya lo había hecho Casio y como contamos hace algunos años en esta misma publicación, los movimientos originales del fabricante japonés como los que montan el AW-80, AW-82 o, sin ir más lejos, el HDC-700, son todos autolubricados. Swatch promete que sus relojes con Sistem51 son capaces de funcionar de manera bastante fiable hasta 10 años, sin embargo no han podido llegar a lo que ofrece Casio que en los suyos, gracias a que no requieren complicados engranajes (son de cuarzo), el movimiento mecánico - que es inmune además a campos electromagnéticos, son piezas de plástico y electrónicas - puede durar, virtualmente, "toda la vida", ya que bien mantenido y cuidado puede durar muchos años. Gracias a sus pilas de gran duración y a su circuitería de bajo consumo, son relojes enormemente robustos pero, además, muy asequibles en cuanto a precio (mucho más que los Swatch).