Constantemente no paráis de discutir sobre el precio de los relojes de Casio, que si los nuevos modelos son más caros porque Casio contrata ahora a operarias en minifalda y necesitan pagarles más sueldo, que si los nuevos sensores se fabrican con tecnología extraterrestre que no se había descubierto todavía, que ahora el plástico es un polímero de reserva estratégica... En fin, teorías de lo más variopintas que a veces no se ajustan a la realidad (obviamente, los divertidos ejemplos que acabo de exponer son solamente para quitarle hierro al asunto y que nadie se sienta menospreciado en este tema, porque sé que muchos defendéis a ultranza los Casio "caros", y otros digamos que "no os tragáis" el cuento ese de que ahora el mismo reloj de los ochenta cueste "ochenta veces más").
La mayoría de las veces lo mejor es acudir a un modelo similar de antaño, y compararlo con su modelo similar de hoy. En Casio normalmente solemos hacerlo con sus espectaculares relojes de esa misma década de los ochenta, y ponerlos a la par de modelos que, hoy en día, en casi todas las ocasiones están muy por debajo. Pero no es ese el problema, ya que con esa comparación corremos el peligro de no ajustarnos a la realidad, a lo que se denomina "la subida del precio de la vida" o la inflación y diferencia de valor de las monedas. De manera que vamos a verlo ahora desde otro punto de vista que quizá nos aclare algo todo este embrollo en el que se ha metido (y nos hemos metido) Casio.