Hace cosa de un par de años tan sólo había una tienda de empeños y de compra-venta de segunda mano en mi ciudad. Ahora hay tres más abiertas, y señal de que es un negocio floreciente son las largas cola de gente que, por las mañanas, se acumulan a las puertas de acceso a sus recepciones con los productos más variopintos en sus manos. La crisis económica ha hecho que estos negocios surjan como las setas, ya que ha obligado a muchas personas a vender hasta sus últimas pertenencias para poder sacar algo de dinero. Sé de casos donde se han quedado sin ningún producto electrónico (que son uno de los bienes más demandados, por otra parte).
En esas tiendas también suelen haber expositores saturados hasta los topes de relojes de todo tipo. La gente que carece de Internet en casa y que no puede venderlos online recurre a esos sitios para colocar su mercancía. Como la mayoría de dependientes no sabrían distinguir un Marlin de los ochenta con un F-87, a sus propietarios les dan un precio casi simbólico por deshacerse de él. No es fácil, pero te puedes encontrar con modelos de renombre a precios irrisorios.