
Cuando has logrado conseguir finalmente tu reloj preferido, surge casi inevitablemente un dilema: ¿cómo conservarlo de la mejor forma posible el mayor tiempo? ¿Estará dentro de diez o veinte años de la misma manera que ahora? ¿Podré disfrutar de él como el primer día?
Curiosamente, y aún a pesar de que los G-Shock son los relojes más resistentes del mundo (o de los que más), su propia manera de construcción hace que sean también (muchos de ellos) proclives a un "mal envejecer". Lo más problemático son sus biseles: la goma con la que están construídos empezará a perder propiedades y dejará de ser flexible. Con el paso de los años se agrietará y romperá. Además, a partir de los dos años la correa empezará a monstrar signos de fatiga, se hará más dura y perderá brillo. Acabará también agrietándose por las partes más débiles (zona de flexión y agujeros de ajuste), hasta finalmente partirse. Eso sin contar la junta y las protecciones internas, también de goma.