Los tiempos han cambiado. Se acabó aquello de inaugurar una factoría en Tailandia, en México, incluso en España, y ponerse a fabricar relojes. Ahora sale más a cuenta que los relojes (e incluso muchas de las piezas de los mismos) los fabriquen otros. Sean esos otros Citizen, Seiko, o cualquiera de las cientos de fábricas chinas que tan alegremente te hacen un módulo digital de reloj, como una calculadora. Hay cientos de ellas a las que solo tienes que llevarles tus ideas y te ensamblan lo que te haga falta. Franquicias como "La tienda en casa" viven de eso, e incluso en su variante estadounidense son los que encargan esos productos y luego los remarcan como si los fabricaran ellos mismos.
Claro que eso tiene sus ventajas. Una de las más atractivas para nosotros, los consumidores, es que gracias a la falta total de control en China puedes adquirir modelos parecidos con algo menos de calidad -depende-, o con acabados menos exquisitos, a un precio significativamente menor.