Hace poco veía en algunas publicaciones reportajes sobre algunos famosos con sus relojes, todos gente de éxito, principalmente actores y deportistas, mostrando a propósito sus muñecas vestidas con relojes de renombradas marcas. Los autores de los reportajes destacaban cómo esas personalidades vestían el reloj de tal marca, y ponderaban su estética, sus virtudes, sus acabados... Gente que, sobra decirlo, perfectamente pueden adquirir de su propio bolsillo esos relojes y aún mucho más caros, pero que visten el reloj que les da determinada marca porque, obviamente -y ahí está el truco- a la marca le conviene que se le vea con él.
Por supuesto, no es culpa de ellos, o al menos no solo de esos famosos, que engañan -y es cierto-, pero también a la gente que se los compra les gusta ser engañados. Porque yo sigo sin entender qué mérito tiene un reloj, sea éste cual sea y de la marca que sea, qué mérito tiene, insisto, darlo a conocer si te pagan por ello. Si te lo paga la marca para que lo lleves, y para que algún fan tontaina, queriendo imitarle -que de esto hay mucho-, vaya corriendo a la tienda y se lo compre.