Creo que pocas cosas había que nos encantaran a todos de niños como las chocolatinas. Eso unido a que solo podíamos disfrutarlas muy de cuando en cuando hacía que, el momento de conseguirlas y poder tener una en la mano fuera especial. Es cierto que el chocolate en tableta grande, por lo general, también nos atraía, pero quizá el poder disponer de ello más a menudo que una chocolatina no lo hacía tan deseable. A lo cual hay que unir que -casi siempre- nuestros padres nos obligaban a comerlo con pan, lo cual le quitaba toda la gracia.
Pero las chocolatinas eran "otra cosa". Era como disfrutar de toda una tableta de chocolate para ti solo.