Creo que pocas cosas había que nos encantaran a todos de niños como las chocolatinas. Eso unido a que solo podíamos disfrutarlas muy de cuando en cuando hacía que, el momento de conseguirlas y poder tener una en la mano fuera especial. Es cierto que el chocolate en tableta grande, por lo general, también nos atraía, pero quizá el poder disponer de ello más a menudo que una chocolatina no lo hacía tan deseable. A lo cual hay que unir que -casi siempre- nuestros padres nos obligaban a comerlo con pan, lo cual le quitaba toda la gracia.
Pero las chocolatinas eran "otra cosa". Era como disfrutar de toda una tableta de chocolate para ti solo.
Por supuesto, aquellas tardes por el barrio con una chocolatina en la mano y nuestro reloj de Casio era todo lo que necesitábamos para ser mucho más felices que ahora, con toda la parafernalia de accesorios e instrumentos rocambolescos y complicados con la que nos hemos rodeado. El Casio digital para mirar la hora y saber el tiempo que nos quedaba para nuestra serie favorita, o esperando a los amigos apoyados a la entrada de su portal viendo los segundos pasar. Y si ellos bajaban con otra chocolatina, pues estaba la fiesta organizada.
Como veis, algo muy sencillo -y barato- como era una simple chocolatina, y un simple reloj de resina que no necesitábamos que fuera de varios miles de euros ni que tuviera las agujas con lumen o la trasera transparente o tantas milongas que nos creemos necesitar ahora. Un reloj que, por cierto, superaba en funciones, a pesar de su sencillez, a muchos de los que llevaban nuestros mayores, aún anclados a aquellos arcaicos engendros a manecillas lentas y aburridas, y mecánicos con aquel insoportable tic-tac al que había que estar siempre pendiente para que no se quedase parado. ¡Cuantas veces veía con cierta conmiseración cómo, mientras esperaban el tren o el autobús, más de uno se llevaba su reloj a la oreja para cerciorarse de que no, efectivamente no se le había parado!
Nosotros teníamos un segundero que, a su bonita animación (ahora tan familiar, pero antes tan seductora y atractiva), añadía el facilitar información al instante sobre el funcionamiento eficiente y exacto del reloj. El cuarzo vino a solucionarnos ese problema, y muchos más y en muchos otros aparatos, pero el reloj era lo más personal, tecnológico y propio que teníamos. Un instrumento verdaderamente nuestro que nos proveía de información y avisos importantes durante mucho, muchísimo tiempo.
Por desgracia, a medida que los años han ido pasando, la satisfacción por esta clase de dulces y de tecnología, también. Es curioso que antes que apenas teníamos chocolatinas, siempre las deseásemos y que, ahora que se han vuelto más accesibles, ya no nos atraigan tanto, aunque también es verdad que ahora estamos tan influenciados por "la comida basura" las calorías y las grasas, que este tipo de alimentos nos causan cierta repulsión. De niños solo mirábamos el disfrutar, y punto.
Aun así, y aunque su interior no sea lo que mas me agrada ahora, sí me resulta muy simpático y atractivo "el envoltorio", quizá porque nos lleva y nos envuelve en esos sugerentes recuerdos de infancia, y porque las chocolatinas siguen manteniendo esa imagen y esa sensación tan infantil y tan coqueta, a lo que hay que añadir que seguramente, probablemente, ahora sean también más sanas.
Lamentablemente, no podemos decir lo mismo de aquellos digitales: en lugar de mejorar con el tiempo, y hacerse como las chocolatinas más atractivos y "nutritivos", se han vuelto una rara avis sin comparación con aquellos sublimes digitales de la Casio de antes. Los que quedan, que son pocos, están, además, muy por detrás de los de antaño.
| Redacción: ZonaCasio.com / ZonaCasio.blogspot.com
Es de esos artículos cargados de sentimiento y recuerdos. ¡Mis felicitaciones ZC!
ResponderEliminarAquellos eran relojes que superaban a los que llevaban nuestros mayores, como bien decís. Pero que incluso hoy en día siguen superando en prestaciones a la mayoría de analógicos que viste la gente. Y sí, el término vestir, es intencionado.
Curiosidad, en Arg, esos chocolates son masculinos: chocolatín.
ResponderEliminarSí, incluso puede que entre diferentes partes de España reciban otros nombres, la verdad es que "oficialmente" no se cómo se les denomina.
ResponderEliminarGracias por la info Sergio!
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