Ayer os contábamos la acertada decisión -sin duda- que había tomado Casio de cancelar algunas de sus presentaciones en China, motivado por los momentos de tensión que se están viviendo allí. Es curioso, porque el gobierno chino no se destaca precisamente por dejar expresar al pueblo su opinión en forma de manifestaciones o actos vandálicos, pero en éste caso todo responde a que son más permisivos con el objeto de presionar al "país del sol naciente" en su "adhesión" de varias islas, intentando que se vuelva atrás en tal decisión (tildada por los chinos como "imperialista"). Y a colaborar a establecer un buen clima no ayuda en nada el reciente anuncio de instalar otro escudo antimisiles -precisamente ahora- por parte de Estados Unidos y Japón.
Esto hace que lo acusen las empresas japonesas que tienen sus fábricas en China. Panasonic ha tenido que cerrar una de sus factorías por el sabotaje de sus trabajadores (que son chinos), algo parecido a lo que ha tenido que sufrir Canon (que también ha cerrado tres de sus cuatro fábricas) y dos de las tres fábricas de ensamblaje de vehículos de Mazda y Nissan. Toyota también ha decidido cerrar sus factorías. Ahí es nada. La ola de protestas ha llegado hasta tal punto, que incluso algunos dueños de coches japoneses han tenido que recurrir al transporte público, por miedo a que se lo destrocen los exaltados ciudadanos chinos. No sólo eso, también se han destrozado y quemado tiendas con productos japoneses, e incluso vallas de publicidad.
