El zamak es una aleación de zinc con pequeñas proporciones de aluminio, magnesio y cobre. Se usa muchísimo en herrajes, grifería, bisutería barata, piezas de automoción, juguetes metálicos, etc.
En condiciones normales, no es un material peligroso para la salud, el zinc es incluso un oligoelemento necesario para el cuerpo. Por su parte, el aluminio y el magnesio que lo contienen, en las cantidades de la aleación no se liberan fácilmente.
El cobre también es esencial en dosis mínimas.
El problema aparece en situaciones concretas:
- Polvo o vapores al trabajar: al lijar, fundir o mecanizar zamak sin protección, los vapores de óxido de zinc pueden causar la llamada fiebre del humo metálico: fiebre, escalofríos y malestar, que suelen remitir en 24-48 h, pero que es desagradable. Por eso nunca debemos pulir ni lijar un reloj de zamak.
- Níquel en baños superficiales: muchas piezas de zamak llevan un recubrimiento niquelado, y ese sí puede dar alergias cutáneas en personas sensibles.
Resumiendo: el zamak en sí no es tóxico si lo usamos como corresponde (manillas, cerraduras, adornos). Lo que no es buena idea es: cocinar con él, chuparlo como si fuera un caramelo, o trabajar con su polvo sin protección.
Un detalle curioso: los juguetes metálicos de los años 60-70 hechos de zamak, si no estaban bien protegidos, podían liberar metales y por eso ahora la legislación limita mucho su uso en objetos para niños pequeños.
¿En Europa está permitido el zamak para los relojes?
En Europa está permitido y de hecho es muy popular en relojería (sobre todo en gamas medias y bajas). La razón es bastante prosaica: el zamak es barato, fácil de moldear y da una sensación de solidez metálica sin costar lo que cuesta el acero inoxidable.
Los motivos principales de esto son:
- Moldeo a presión: el zamak se inyecta en moldes con gran precisión, lo que permite fabricar cajas de reloj con formas complejas y buenos acabados a bajo coste.
- Peso “agradable”: da sensación de “reloj robusto”, a diferencia del plástico, que se siente ligero y barato.
- Acepta bien recubrimientos: normalmente no vemos zamak “puro”, sino niquelado o cromado para darle brillo y resistencia a la corrosión.
Ahora, el lado menos bonito de la historia: El zamak no es tan duradero como el acero inoxidable. Puede corroerse con el tiempo, sobre todo si el recubrimiento se daña (esto es lo que se llama “zinc pest” o peste del zinc: la pieza se hincha y se agrieta).
Si se raya o desgasta el recubrimiento, el zamak desnudo debajo se ve feo y se degrada rápido.
En Europa lo que sí está regulado es el uso de plomo, cadmio o mercurio en aleaciones para consumo o contacto prolongado con la piel. El zamak no lleva esos metales, por eso pasa las normas.
Lo único vigilado es la liberación de níquel en piezas que tocan la piel, como relojes, bisutería o gafas. Hay un límite legal de migración de níquel (0,5 µg/cm²/semana).
Por eso muchas marcas baratas usan zamak: cumple las normas, da aspecto metálico y cuesta menos que el acero. Pero a largo plazo, un reloj de acero inoxidable siempre será más resistente, hipoalergénico y duradero.
Comparativa entre el zamak y la resina endurecida de Casio
En relojes de gama baja y media lo habitual es justo eso: caja de zamak cromado o caja de resina endurecida (plástico reforzado).
Zamak:
- Sensación al tacto: frío, metálico, da sensación de “más reloj” por el peso.
- Peso: relativamente pesado, lo que gusta a algunos porque transmite solidez, pero puede ser incómodo en relojes grandes.
- Resistencia a golpes: frágil comparado con la resina. Si recibe un golpe fuerte, se abolla o se deforma.
-Corrosión: si se raya el baño cromado/niquelado, el zamak desnudo puede corroerse, hincharse y deteriorarse con los años.
-Durabilidad: decente en uso normal, pero a largo plazo es menos fiable que el acero y peor que una buena resina en ambientes hostiles.
Resina endurecida (resinas epoxi o poliamidas reforzadas, como usan Casio y otros):
-Sensación al tacto: ligera, cálida, menos “noble” que el metal, se percibe como plástico aunque sea de calidad.
-Peso: muy ligera, ideal para relojes deportivos o de uso diario sin que molesten.
-Resistencia a golpes: altísima, absorbe impactos sin deformarse, por eso se usa en G-Shock, por ejemplo.
-Corrosión: no se oxida ni se hincha, aguanta muy bien sudor, agua salada, humedad, químicos ligeros.
-Durabilidad: mientras no se degrade por rayos UV (sol constante), puede durar décadas sin problemas.
-Alergia: hipoalergénica; prácticamente no da reacciones cutáneas.
En resumen:
-Zamak = estético, metálico, más “clásico”, pero con debilidad frente al tiempo, corrosión y alergias.
-Resina endurecida = ligera, súper resistente y práctica, pero menos elegante y con sensación de “plástico”.
Por eso se suele ver relojes de vestir baratos usando zamak cromado; y relojes deportivos o utilitarios con resina.
Resistencia a la exposición UV
Los rayos UV no hacen nada directo al zamak, porque es metal y, por lo tanto, inmune. El sol no degrada el zamak como degrada a un polímero. El problema del zamak es químico y mecánico, no fotónico:
-Si el cromado/niquelado que lo cubre se daña, el sudor ácido, la humedad o la sal lo atacan y empieza la corrosión.
-El propio zamak, con el tiempo, puede sufrir “peste del zinc” (hinchazón y agrietado por impurezas en la aleación y humedad), pero eso es más un defecto de fabricación que de exposición solar.
En cambio, las resinas endurecidas sí son muy vulnerables a los UV:
-Se vuelven más quebradizas y pierden elasticidad con los años.
-Pueden decolorarse (el negro se pone grisáceo, los colores pierden intensidad…).
Aun así, con aditivos modernos anti-UV (como los que usa Casio), una buena resina puede durar 15–20 años expuesta al sol sin romperse, aunque visualmente se note el envejecimiento.
Comparando resistencia frente al sol, podríamos resumir:
Zamak: gana la partida, el sol no lo afecta directamente, lo que mata al zamak es el sudor + rayaduras que exponen el metal bajo el baño.
Resina endurecida: pierde frente a los UV a largo plazo, aunque con aditivos modernos aguanta muchísimo más de lo que la gente cree.
Resistencia frente a microorganismos
Aquí el comportamiento del zamak y resina cambia bastante:
Zamak (aleación de zinc, aluminio, magnesio y cobre)
No es alimento para bacterias ni hongos.
De hecho, el zinc y el cobre son metales con efecto biocida: inhiben el crecimiento de muchas bacterias y hongos en superficie.
Lo malo es que, si el recubrimiento se deteriora, la corrosión superficial (óxidos y sales metálicas) sí puede acumular suciedad y humedad, creando un microambiente donde prosperen colonias encima, aunque no “coman” el metal en sí.
Resina endurecida
La resina en sí tampoco es alimento (los plásticos son muy poco nutritivos), pero a diferencia del zamak, no tiene propiedades antimicrobianas naturales.
En condiciones húmedas, con sudor o restos orgánicos, puede colonizarse por hongos y bacterias superficiales (biofilm). Eso no degrada la resina, pero sí puede dar mal olor o incluso irritaciones cutáneas si no se limpia.
En exteriores, los rayos UV matan muchos microorganismos, pero en las partes protegidas (entre caja y correa, por ejemplo) pueden crecer igual.
Por eso los relojes “serios” (deportivos o de lujo) suelen ir a materiales más nobles: acero inoxidable, titanio o cerámica, que combinan durabilidad, resistencia a la corrosión y facilidad de limpieza.
¿...Y las resinas cromadas?
Las resinas “cromadas” de Casio (y de muchas marcas) no son metal: suelen ser resina metalizada al vacío (aluminio o cromo depositado) y lacada; más raro, algunas piezas plásticas llevan galvanizado Ni/Cr auténtico sobre ABS. Eso cambia el juego frente al zamak.
Cómo se comporta la resina cromada:
-Rayos UV: el cromado y su laca da cierta protección, pero la base sigue siendo resina. Con los años el barniz puede micro-agrietarse y amarillear. No “se pudre”, solo envejece visualmente.
-Desgaste: el punto débil es la capa superficial: roces con mesas, mochilas o ropa la desgastan/descascarillan (sobre todo en aristas).
-Corrosión: no hay; si se pela, queda resina mate, no óxido.
-Golpes: absorbe impactos mejor que el zamak.
-Alergias: normalmente hipoalergénica (no hay níquel expuesto; salvo raras piezas con galvanizado real mal sellado).
Veredicto
Para uso diario y sudor/sol/golpes: resina cromada antes que zamak. Estructuralmente aguanta mejor y no se corroe; debemos asumir que el “cromo” acabará mostrando desgaste en aristas con los años.
Para estética metálica barata en vestir ocasional: zamak puede verse más “metálico real” al principio, pero su vejez suele ser peor.
Si buscamos longevidad y solidez al envejecer: mejor resina “sin cromar” (mate o teñida en masa). Es la que menos problemas da a largo plazo.
Pero no hemos terminado... ¿Cuál de todos es más ecológico?
Ahí tocamos el nervio sensible: lo ecológico. Porque en relojes baratos (y no tan baratos) casi nunca se piensa en ello, y la diferencia entre zamak, ABS y resina Casio se nota mucho cuando hablamos de ciclo de vida y reciclabilidad.
Zamak
-Punto fuerte: es 100 % reciclable como metal. Se funde y se reutiliza indefinidamente.
-Punto débil: la mayoría de cajas de reloj de zamak están niqueladas o cromadas, y ese recubrimiento complica el reciclado, porque hay que retirarlo antes de refundir.
-Huella inicial: fundir zamak consume más energía que moldear plásticos, pero menos que trabajar acero inoxidable.
ABS
-Punto fuerte: es un termoplástico, en teoría reciclable por fusión (lo mismo que con botellas PET, aunque a otra escala). También puede reciclarse químicamente en monómeros.
-Punto débil: en la práctica, el ABS de un reloj (pequeño, mezclado con metal, pintado o cromado...) casi nunca se recicla. Acaba como residuo normal o incinerado.
-Durabilidad: su envejecimiento rápido (UV, fragilidad) hace que muchos relojes de ABS tengan vida corta, generando más basura.
Resina Casio (PU/PC-ABS reforzado con aditivos)
-Punto fuerte: aguanta mucho más tiempo que el ABS, por lo que su vida útil es larga.
-Punto débil: muchos son termoestables (PU, urea-formaldehído...), y no se funden para reciclar. Acaban en vertedero o incineradora.
-Aditivos y estabilizantes: complican aún más el reciclaje. Básicamente, si se degrada, no se recupera.
Ejemplo real: cuando un G-Shock de hace 25 años se queda sin bisel ni correa, la caja de resina suele ser un residuo imposible de recuperar.
El rey absoluto en esto vuelve a ser, de nuevo, el acero inoxidable o el titanio: muy duraderos, totalmente reciclables y con menor impacto a largo plazo.
¿Cuál tiene menos impacto en el vertedero?
Si, como suele ocurrir, el reloj no se recicla y acaba en el medio ambiente, aquí toca diferenciar persistencia y toxicidad. Por ello, si hablamos de daño ambiental directo:
Zamak
-Oxida lentamente, formando óxidos de zinc y cobre.
En cantidades normales de un reloj, esto no es muy peligroso para el suelo o agua; el riesgo de contaminación es bajo.
Aunque su persistencia en el ambiente es alta (es un metal), sigue existiendo como metal pero no libera microplásticos ni químicos peligrosos adicionales.
ABS
No se oxida, pero se fragmenta en microplásticos con el tiempo.
Estos microplásticos son problemáticos porque:
-Se dispersan en suelos y aguas.
-Pueden ser ingeridos por animales.
-Se acumulan en la cadena alimentaria.
Persistencia muy alta: los microplásticos no desaparecen, solo se fragmentan más y más.
Resinas de Casio
Muy parecidas al ABS en términos ambientales. Se fragmentan lentamente y sus microplásticos son muy persistentes.
Puede contener aditivos, pigmentos, estabilizadores UV que no son biodegradables y pueden contaminar más que el ABS básico.
Conclusión práctica
-Zamak: menos daño ambiental directo, aunque permanece como chatarra, no se vuelve tóxico.
-ABS y resinas: más daño ambiental potencial por microplásticos y aditivos, y elevado peligro de acabar en la cadena alimentaria.
Si el objetivo es el mínimo impacto ambiental al desechar, el metal reciclable (zamak o acero) es mejor que los polímeros, incluso si dura menos estéticamente.
Si nuestra preferencia es minimizar el daño ambiental, la prioridad deja de ser “resistencia a golpes” o estética, y pasa a ser reciclabilidad y no generar microplásticos.
Si lo que buscamos es el material barato pero que a la vez haga menos daño al planeta, el zamak es claramente mejor que el ABS o la resina de Casio. Aunque pueda oxidarse o picarse con el tiempo, su potencial de reciclaje y la ausencia de microplásticos lo hacen más ecológico.
Si luego se envía a reciclaje, el impacto ambiental se minimiza casi al cero.
Los polímeros (ABS o resinas) solo superan al zamak si hablamos de vida útil extremadamente larga sin reemplazos, pero a la hora de desecharlos, generan contaminación mucho más problemática.
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