Aunque por desgracia, tras la llegada de los smartphones, las cámaras digitales casi tienen una presencia anecdótica en el mercado, hubo un tiempo en el que las cosas no eran así y, entre las marcas más punteras, se encontraba Casio con sus Exilim. Su historia -por desgracia muy desconocida- es increíble y enormente interesante.
En el mes de marzo de 1995 Casio lanza al mercado su primera cámara digital con display LCD. Esta pequeña cámara, con sólo un peso de 190 gr. y un precio de unos 50.000 yenes, dio inicio a la explosión del uso de las cámaras de fotos en Japón. Inicialmente Casio tenía como objetivo vender como máximo 3.000 unidades, pero de improviso y de inmediato la compañía japonesa tuvo que apurarse para revisar esas cifras.
Y es que para el mes de mayo -apenas dos meses después de su comercialización-, la primera cámara íntegramente digital de Casio vendió 10.000 unidades, y para finales de ese año ya estaban vendiendo 30.000 unidades por mes, diez veces más de lo previsto inicialmente.
A las 200.000 unidades vendidas en 1995 se llegó al millón de unidades (sí, ¡un millón!) vendidas en 1997, lo que supuso que enseguida llegaran más jugadores para competir.
La Casio QV-10 tuvo un impacto en el mercado de las cámaras digitales tremendo. Lo primero, su concepto permitía que se pudieran utilizar sus imágenes en el ordenador, y también usarlas en Internet. Eso significaba que los usuarios podían sacar fotografías, y llevarlas a su PC para compartirlas con el resto del mundo.
Otro de sus grandes atractivos era -como solía ser habitual en Casio- su precio, mucho más interesante que sus rivales, y ofreciendo funciones muy útiles. Mientras la competencia de aquellos años vendían sus cámaras por encima de los 100.000 yenes, la QV-10 llegaba a costar en la calle alrededor de la mitad.
Y finalmente, pero no menos importante, Casio había tenido la fantástica idea de ponerle un display LCD, que permitía al usuario ver la imagen que iba a sacar antes de hacer la foto. Fue la primera cámara en ofrecer algo así, que luego sería elegido por la industria como estándar.
Pero lo auténticamente alucinante de todo esto es que Casio, a diferencia de muchas otras marcas, no tenía apenas experiencia previa en cámaras digitales. Sus rivales ya producían incluso cámaras de vídeo, y tenían ventaja en electrónica, al ser en determinados casos fabricantes de semiconductores. ¿Cómo, pues, lo consiguió Casio? Hagamos un poco de historia.
El sueño de un apasionado por la tecnología
El señor Hiroyuki había entrado en Casio con el cometido de diseñar LSI para relojes, dentro de la División de Desarrollo de Casio. Cuando en agosto de 1981 Sony presentó su cámara fotográfica digital, la MAVICA (de Magnetic Video Camera, que usaba cintas extraíbles), Hiroyuki empezó a verle el futuro a las cámaras digitales. De hecho, el lanzamiento de Sony conmovió a muchos otros fabricantes, hasta tal punto que se le denomina a ese momento como "el MAVICA Shock" (no tiene nada que ver con G-Shock, por cierto), en referencia al "shock" que causó a la industria, y muchos empezaron a especular que esas cámaras llegarían tarde o temprano a reemplazar a las tradicionales cámaras de carrete.
De modo que Hiroyuki enseguida vio la estupenda oportunidad que se le abría a Casio, de hecho esos dispositivos se amoldaban perfectamente a la filosofía de la compañía. Y es que en Casio siempre habían sido muy exitosos realizando un sustituto electrónico o digital, de un producto mecánico existente. Así había ocurrido con las calculadoras, y luego con los relojes. Y hasta con los instrumentos musicales. Reemplazando las tecnologías mecánicas por electrónicas, Casio logró colocar sus productos por delante de sus competidores.
Ese nuevo mercado parecía, por lo tanto, ideal para Casio, y Hiroyuki supo instintivamente que las cámaras digitales se convertirían en la próxima línea de negocio para Casio.
Hiroyuki comenzó a introducirse en ese mundillo, y asistió a la conferencia sobre cámaras electrónicas, que se celebró en 1983, intercambiando impresiones con otros ingenieros. El objetivo de dicha reunión era establecer el "estándar MAVICA" como proceso de grabación de imágenes para la industria. En esa conferencia se reunieron 42 fabricantes de electrónica, y el ingeniero de Casio llegó de aquella reunión aún más convencido sobre la viabilidad del negocio.
Tal como hiciera Kikuo Ibe con su concepto de reloj resistente (del que luego nacería G-Shock), Hiroyuki decidió presentar su propuesta a sus superiores. En mayo de 1985 le permitieron liderar un equipo dentro de la división de I+D, que debería desarrollar la tecnología de cámaras digitales de la firma nipona bajo el llamado "Proyecto K".
Una vez aprobado dicho proyecto, Hiroyuki comenzó a reclutar personal para su equipo, eligió a una serie de nombres y, tras enviar la lista a su superior, comenzó a entrevistarlos individualmente. Al final reunió a ocho empleados de Casio para comenzar a trabajar.
Entre los miembros del equipo se encontraba un ingeniero en óptica de la división de impresoras proveniente de Casio Electronics Industry, el cual había sido fichado por Casio por su experiencia en otro fabricante desarrollando óptica y mecanismos fotográficos. Un joven que acababa de entrar en la compañía hacía apenas un año, fue elegido por Hiroyuki para ocuparse del desarrollo del LSI y diversos componentes físicos electrónicos. Otra de las personas que el ingeniero eligió fue un desarrollador en software MSX, que pertenecía a la División de Calculadoras, con el fin de desarrollar el software que gestionaría las funciones de la cámara. El resto de integrantes llegaron de la División de Relojería.
Comienza la aventura
El equipo del "Proyecto K" logró diseñar y darle forma final a un producto, la Casio VS-101, en diciembre de 1986. Teniendo en cuenta que del hardware de la misma se había encargado un ingeniero de impresoras, no debería sorprender que esta cámara realizase sus copias de forma mecánica siguiendo el ejemplo que ya había iniciado Sony. Llama la atención que fue la primera cámara de su tipo que se ofrecía al público. Es cierto que Nikon tenía su QV-1000C, pero no estaba a la venta para todo tipo de usuarios, sino que únicamente se ofrecía a periodistas, lo que nos da una idea de lo elitista que era ese mercado hasta la llegada de Casio para popularizarlo entre todo el mundo.
Como los rivales vendían sus cámaras a unos 200.000 yenes, Casio fijó el precio de su VS-101 muy por debajo, en 125.000 yenes. Casi la mitad de lo que costaban las otras cámaras.
La Casio VS-101disponía de un sensor MOS de media pulgada desarrollado por Hitachi, con 300.000 píxels. Para el procesamiento y la grabación de imágenes siguieron el estándar de entonces, utilizando la tecnología de vídeo de MAVICA.
Tecnológicamente se podría decir que era una cámara electrónica-analógica, ya que la señal de imagen del sensor era procesada analógicamente, y luego se modulaba en FM para grabarse en el disquette de dos pulgadas.
El equipo del "Proyecto K" desarrolló un concepto de cámara de fotos que sería seguido por el resto de la industria, y que pervive hasta nuestros días. La posibilidad, por ejemplo, de "grabar todas las fotos que quieras, conserva las que necesites y borra el resto", nació con esta cámara, y aunque era un dispositivo analógico con electrónica, la posibilidad de tener salida de TV, puerto de impresora y ese tipo de conexiones siguió vigente desde entonces. No solo eso, sino que también era capaz de ofrecer impresora de vídeo OEM -que se la fabricaba Hitachi- como periférico, sin olvidar elementos como flash.
Fue entonces cuando Casio decidió dedicar toda una división a estas nuevas tecnologías, y así vio la luz la División de Equipamiento Visual. Todos los miembros que formaban parte del "Proyecto K" pasaron de inmediato a pertenecer a esa nueva División. Además, se incorporó nuevo personal para la gestión de producción, materiales y control de calidad.
Pasaron a ser tan importantes los productos a desarrollar por esta División, que la cámara VS-101 no se destinó a fabricarse en la factoría de Aichi, donde ya se fabricaban los televisores, sino a la factoría de Yamagata, donde antaño como hoy, se producían los relojes. Otro aspecto que inclinó la balanza hacia Yamagata fue que Hiroyuki tenía colegas en la línea de producción de relojería, y para finalmente decantar la decisión, la planta de Aichi solamente disponía de una línea de producción, lo que a vistas de lo que se esperaba del negocio de la fotografía digital no sería suficiente.
Como G-Shock...
Pues sí, como ocurrió con G-Shock, el lanzamiento de la primera cámara de fotografía de Casio, que con tanta ilusión y empeño había gestado Hiroyuki, fue un completo desastre. Los directivos de Casio confiaban en vender 10.000 unidades por mes..., pero solamente llegó a vender poco más de 3.000 durante el tiempo que permaneció en los escaparates. El mercado no estaba preparado para un dispositivo tan sumamente revolucionario, y en Casio decidieron, finalmente, archivar el asunto y detener el desarrollo de las siguientes versiones de la cámara.
El desarrollo de las cámaras digitales de Casio sufrió un varapalo tremendo, y cesó totalmente la producción. No nos podemos ni imaginar lo que semejante tragedia causaría en el ilusionado Hiroyuki, y la tremenda decepción que debió soportar.
En las sombras
Todo había acabado. De 1988 a 1992 se sucedieron cinco años de vacío absoluto. Ya nos imaginamos los corrillos y las conversaciones por los pasillos entre el personal de la antaño prometedora ex-División de Equipamiento Visual, seguro que hablar de cámaras digitales sería, por aquel entonces, un tema tabú que todo el mundo trataría de evitar.
Tanto es así, que los miembros del antaño "Proyecto K" fueron reasignados al Departamento de Investigación, que pertenecía a una nueva estructura dentro de la División de I+D. Por fortuna, allí encontraron a un comprensivo Director, el señor Shimamura Noriaki, Manager General y que acabó convirtiéndose en refugio para los ingenieros que buscaban dar rienda suelta a su imaginación en productos cuyo futuro era bastante incierto.
Allí encontramos a Hiroyuki el cual, como si de un científico loco se tratase, se negaba una y otra vez a aceptar que la fotografía clásica con películas y revelado siguiera teniendo pujanza en el futuro. Se dedicó entonces a analizar por sí mismo las razones por las que la Casio VS-101 había fracasado, y llegó a la conclusión de que se trataba de un producto analógico e inmaduro. Se dio cuenta que la mayoría de personas rechazaban el que dispusiera de una unidad de disquette frágil y lenta, "tiene que ser digital", era la reacción más habitual. Esa frase se le quedó grabada en la cabeza, y desde entonces dedicó todas sus energías a resolver uno de los problemas más acuciantes de aquellos dispositivos: la digitalización.
En su cabeza todo parecía encajar, pero claro, una cosa era lo que él creía, y otra muy diferente lo que creían sus jefes en Casio. El desarrollo de cámaras digitales ya no se consideraba algo prometedor, en Casio ya habían tenido bastante con lo que había ocurrido, y no querían ni oír hablar del tema. A Hiroyuki le resultó muy difícil incluso conseguir el personal mínimo para tener esa segunda oportunidad.
Si bien es cierto que algunos de los primeros miembros del "Proyecto K" estaban en su mismo departamento, los cuatro ingenieros procedentes de la División de Relojería habían sido trasladados a otras secciones porque desde la dirección entendían que no había futuro en las cámaras de fotos digitales. Por lo tanto, de aquel equipo Hiroyuki sólo podía contar con cuatro: el ingeniero óptico, el desarrollador de software, el ingeniero electrónico, y el propio Hiroyuki.
Pero a pesar de ese revés, los cuatro decidieron volver a intentarlo. Los problemas por resolver eran tremendos por aquel entonces (no olvidemos que toda la tecnología de este tipo estaba en ciernes). Pero resultó que, por aquel mismo tiempo acababa de surgir un nuevo sistema de tratamiento de imágenes, el formato de compresión JPEG. Los cuatro ingenieros tuvieron entonces la genial idea de adoptarlo para su dispositivo como tecnología de compresión y visualización.
No se acababan ahí los contratiempos. Otro problema no menor era el del tratamiento de las señales ópticas del sensor, del CCD, y su conversión a imágenes como tales. Y por si ello fuera poco, también estaban en pañales en cuanto a tecnología de lentes, de auto-foco y de zoom. Y ya para desquiciarse, la propia arquitectura del producto, la tecnología para que fuese un dispositivo competitivo y viable de fabricar.
De la desolación de Hiroyuki nos da muestra claramente una de sus frases recordando aquellos momentos: "fue un periodo difícil. Es muy frustrante pasar cinco años sin poder hacer nada", dice el ingeniero de Casio.
Pero aunque no lograban un producto definitivo, esos cinco años "de oscuridad y vacío" no fueron realmente de tal vacío. Consiguieron sacar adelante algunos prototipos, que superaban los problemas técnicos de digitalización. Y paradójicamente ese periodo de oscuridad fue el que sentó las bases para el gran éxito que cambiaría el mundo de la fotografía digital para siempre: la Casio QV-10.
Luchando contra las adversidades
El primer prototipo de cámara digital con el que probaron todas las nuevas tecnologías era conocido internamente con el código DC-90. Esta cámara disponía de 12 MB de memoria, capaz de procesar señales digitales. Dado que todavía estaban trabajando en el procesamiento de datos, las imágenes eran almacenadas sin compresión alguna. Pero dejando eso de lado, Hiroyuki y su gente habían conseguido salvar los obstáculos del procesamiento del color, la ingeniería, y las ópticas.
Pero mientras unas cuestiones se resolvían, surgían nuevos problemas. Por ejemplo, el consumo de energía del prototipo era tan grande que se le apodaba con el gracioso nombre de "atsuko" ("chico caliente"), porque daba como resultado un notable calor. Como en el diseño habían previsto un hueco para colocar el cristal del visor, decidieron poner allí un ventilador para solucionar el tema del calor. Pero claro..., al hacer eso el usuario no podía ver lo que estaba fotografiando. Y ese problema llevó a una solución inesperada: colocarle una pantalla en lugar de la ventanita óptica. Casio ya contaba con mucha experiencia en pequeños displays a color para sus dispositivos de televisión, por lo que cogieron uno, y se lo colocaron en la parte trasera de la cámara.
Como no tenían mucha confianza en que Casio volviese a apostar por ese tipo de dispositivos, Hiroyuki y su equipo lo hacían con total libertad, resolviendo problemas como si se tratase de un juego. Tal es así que la DC-90 la consideraban, más que un dispositivo serio, un juguete.
Pero a medida que le iban mostrando su "juguete" a más gente, iban notando lo gratamente sorprendidos y entusiasmados que respondían. Dado que la DC-90 contaba con una interfaz de entrada y salida para computadora, decidieron probar a llevarla a un nuevo nivel, y ofrecer la conexión a cualquier PC. Pero en aquellos momentos las posibilidades de que un ordenador tradicional pudiera gestionar algo así eran claramente limitadas.
Pero eso llevó a que el siguiente prototipo (conocido como CT-300) se tomase ya de inicio la posibilidad de una interfaz de conexión desde su desarrollo. Sanyo les manufacturó el sensor, y de Hitachi consiguieron la CPU para gestionar todo el trabajo. Esta combinación resultó tan ideal que la veremos luego en el producto definitivo, en la Casio QV-10.
Pero los directivos de Casio ya habían tenido bastante, y lo de desarrollar encima periféricos, con el desastre del primer modelo de cámaras, no les entusiasmaba demasiado. Así que Hiroyuki cambió de perspectiva y se puso en contacto con la División de Calculadoras, que ya disponían de impresora propia.
Escalando hacia el triunfo
Mientras Hiroyuki y su equipo continuaban en la sombra persiguiendo hacer realidad su sueño, las cosas en Casio comenzaban a cambiar, sobre todo tras la llegada de Hitoshi Nakayama al Departamento de Planificación, que era el que se ocupaba de supervisar las diversas estrategias y proyectos.
Nakayama quería que la tecnología de las cámaras digitales fuese viable, y también quería que se les devolviese el honor debido al equipo del "Proyecto K". Por lo tanto, un día llamó a Hiroyuki y le dijo que siguieran con el trabajo pero, esta vez, utilizando una tarjeta de memoria como almacenamiento. Por desgracia esa idea, que habría sido en aquel momento inaudita en el mercado, no logró convencer a sus superiores, así que debían tomar otro camino.
Entonces a Nakayama se le ocurrió otro camino: una cámara digital cuyo nombre en código sería "V2 Memo". En noviembre de 1991 presentaron su propuesta ante el Comité de Evaluación de Productos, en donde también se encontraba el presidente de la compañía, y se les dió el visto bueno. El proyecto ahora tomaría el nombre en clave de "RS".
El V2 Memo (de "Visual Voice Memo") iba a ser una cámara digital portátil, equipada con una pantalla LCD de tres pulgadas. Nunca se contempló la idea de que ese dispositivo fuese conectado a nada, simplemente las premisas eran: "grabar, comprobar en el acto lo grabado, y mostrarlo en el LCD", sin más. Cuando terminaron el concepto la dirección de la compañía volvió a tener dudas, y consideraron que sería tan poco atractivo para el consumidor como lo había sido la VS-101. Y es que la perspectiva de otro desastre era una pesada losa difícil de superar para Casio.
Así las cosas, para Hiroyuki volvía a torcerse la situación. Un año después, el 9 de diciembre de 1992, fue a reunirse de nuevo con Nakayama. Éste le dijo que, para que la dirección de Casio le aprobara el proyecto, debía de abordarlo desde otra perspectiva: no la de una cámara de fotografía que hace eso, fotos, sino una pantalla de televisión que muestra fotos, donde lo importante y lo que fuese protagonista sería el display, y no la lente.
La cuestión era que el negocio de televisión en Casio no estaba yendo muy bien. Sí, la más pequeña televisión del mundo (la Casio CV-1) estaba siendo un éxito, pero eso había llevado a que se hubieran invertido 20 mil millones de yenes construyendo una planta de paneles TFT en Kochi, que no estaba dando los beneficios previstos. Una vez más, Casio había ido por delante del mercado.
El principal problema era que el usuario no podía ver la televisión "donde quisiera", por los obvios problemas de recepción. Por eso, Nakayama pensó: "si es el usuario el que realiza sus propias películas, le interesará más". Hizo una maqueta de madera, y se fue con ella hacia el despacho del presidente de Casio.
El presidente se mostró bastante interesado, y en diciembre de 1992 se aprobó el programa para el proyecto. Volvieron a darle recursos financieron a Hiroyuki, y también pudo formar un nuevo equipo, ahora con diez personas. Pero para hacer realidad el producto le exigieron que éste debía tener un precio de venta de alrededor de 50.000 yenes. El primer prototipo estuvo listo en diciembre de 1993, y dado que inicialmente se había desarrollado con el concepto de "un televisor con cámara", disponía de sintonizador de frecuencias interno.
Tras varias versiones, Hiroyuki logró que su concepto de cámara digital fuese admitido, y en junio de 1994, con una previsión de ventas mensuales en torno a las 3.000 unidades, se presentó la QV-10 a los distribuidores.
Al principio en Casio consideraban que debían comercializar el dispositivo en los centros de venta de televisores, pero con el cambio a cámara digital se decidió que fuesen las tiendas de teléfonos y electrónica quienes la ofreciesen.
Pero aún así en Casio seguían dudando, y muestra de ello es que la QV-10 sufriría un retraso de seis meses, no siendo hasta noviembre de 1994 cuando se dio su lanzamiento oficial.
Todo el mundo quiere una Casio
La alta dirección en Casio seguía teniendo serias dudas sobre la viabilidad de esos dispositivos. De hecho, no entendían cómo una cámara de esas características tenía que conectarse a un ordenador, ni a nada. Las cámaras convencionales no lo necesitaban, y triunfaban.
Por otro lado, el resto de cámaras digitales que ya existían en el mercado, de alrededor de 100.000 yenes, no lograban venderse muy bien. Y para colmo, el drama con la VS-101 había generado una cierta desconfianza entre el público, una especie de "Casio no sabe hacer buenas cámaras de fotos".
Nakayama expresa muy bien todo ello, al recordar aquellos momentos: "La gente vio que eran las mismas personas haciendo otra vez una cámara de fotos. Nadie estaba dispuesto a apostar por nosotros".
Otra muestra de ese "desprecio": Casio solía anunciar sus nuevos productos con presentaciones por todo lo alto a las que acudía el Presidente. Sin embargo en esta ocasión trataron de presentar la QV-10 a la par de otro lanzamiento para tratar de "ocultarla" y que no se le diera demasiado protagonismo. Finalmente no ocurrió así, pero la presentación de la nueva cámara digital fue un tanto anodina y sin demasiado glamour, un poco "por si las moscas". Simplemente se repartieron unos folletos, y poco más. No hubo ni discursos ni festejos.
Hasta los vendedores renegaban del nuevo producto de cámara de Casio. Algunos decían que, como máximo, se venderían 300 unidades al mes.
Sin embargo, los acontecimientos sorprendieron a propios y extraños. Excepto al equipo de Hiroyuki, por supuesto.
Una cámara fuera de lo común
El objetivo de Nakayama y Hiroyuki era fabricar una cámara digital a un precio por debajo de todos sus rivales, y ofreciendo más que ellos. Pero tenían que hilar muy fino para lograrlo. Una de las ideas más brillantes que se les ocurrió para solucionar ese inconveniente fue concentrar la mayor parte del procesamiento de datos internos necesarios, en la CPU de la cámara, con lo que se reducían los componentes de ensamblaje y se ahorraba trabajo por unidad.
Ya habían colaborado previamente con Hitachi, así que desarrollaron conjuntamente una CPU rápida para que el software llevase la mayor parte del peso y del trabajo del procesamiento que en otros dispositivos lo realizaba el hardware. La arquitectura de la CPU era una RISC de 32 bits, junto con un coprocesador para ayudarla, el cual se encargaba de la mayoría de los circuitos de hardware mínimos que se requerían.
Esta inédita arquitectura donde todo el peso recae en el software era una de las mayores singularidades de la QV-10.
Pero además, esa forma de afrontar el problema aportaba ventajas inesperadas, como por ejemplo el menor consumo de energía y, también, de elementos móviles y generación de calor.
Claro que no todo fue gratis, ya que el darle a la CPU tanto trabajo tenía como contrapartida un tiempo de proceso mayor (unos 30 segundos por imagen a alta resolución), por lo que se hizo necesario comprometer drásticamente la calidad de resolución de las fotos. Eso explica por qué, a diferencia de sus competidores que como estándar ya ofrecían resoluciones de 640 x 480, la de Casio no podía pasar de 320 x 240.
Curiosamente lo que a priori parece una desventaja, en realidad jugó a favor de la cámara de Casio. ¿Por qué? Por la conectividad. La gente ya empezaba a publicar sus fotos en la web, y en aquellos tiempos de la lenta Internet, la mayoría prefería imágenes a poca resolución. No tenían ningún sentido, pues, que tu cámara sacase fotos a 640, si luego tenías que andar reduciéndolas a 320 para poder colgarlas en tu página web. Los usuarios, y especialmente los internautas, acabaron decantándose en masa por la QV-10. No sólo era más barata que sus rivales, sino que sus fotografías podían pasarse directamente al ordenador y usarlas al momento.
Sin embargo eso fue algo imprevisible para Casio, ni por asomo podían imaginar que esa penalización, que parecía condenar a su nueva cámara digital, en realidad supondría su mejor baza.
Hay que señalar, no obstante, que la QV-10 tampoco es lo que quería Hiroyuki en realidad. El ingeniero habría preferido subir el precio a los 100.000 yenes, pero ofrecer una calidad y prestaciones a la altura de la competencia. Tuvo que aceptar sacrificar una cámara más tecnológica, y su resignación le llevó, inesperadamente, al triunfo.
"Sobre mi cadáver"
Pero su conectividad al PC no lo veían como algo importante en la dirección de Casio, así que trataron de quitarle esa idea de la cabeza a Hiroyuki. Su respuesta ante tal propuesta fue tajante: "sólo le quitarán el puerto de entrada sobre mi cadáver".
El ingeniero tenía razones de peso para defender esa conectividad. Los puertos de entrada y salida son importantes para la lógica del procesamiento en la CPU y, por lo tanto, no se puede depurar sin canales de I/O. De ahí a disponer de conectividad para procesarlas en otro tipo de dispositivos sólo había un paso.
Los minoristas le comenzaban a transmitir a Casio que había una gran demanda de su producto, así que los desarrolladores de software de la compañía comenzaron a programar una aplicación para transferir imágenes a computadoras personales.
Como hemos visto, el desarrollo de la cámara de fotografía digital más exitosa de Casio fue un camino complejo y lleno de contratiempos. Solamente la perseverancia de un hombre y la ilusión de su equipo conseguirían hacerlo realidad. En los noventa y durante el dos mil, llevaron a Casio a colocarse líder del mercado con su línea Exilim. Esta es una historia de superación, de esfuerzo, muy poco conocida fuera de Casio, pero que merece toda la admiración y el respeto por unos hombres que, a pesar de todas las contrariedades, deciden levantarse una y otra vez para perseguir su sueño hasta conseguirlo. Hoy Exilim es una línea extinta de Casio, pero su leyenda e impronta perviven como ejemplo de constancia y tenacidad. Cada una de las cámaras de nuestros smartphones, de nuestros teléfonos móviles, llevan un poquito de aquella esencia de conectividad que iniciaría Casio con su innovadora QV-10 en los noventa.
Vaya, esto más que un artículo es una tesis doctoral. Una vez más acaba el año demostrando que ZonaCasio es la mayor fuente de conocimiento sobre nuestra marca favorita. Muchas gracias a la persona que lo hace posible, que Dios te bendiga. Feliz Año Nuevo para tí y para todos los lectores.
ResponderEliminarMuchas gracias Jose Carlos. Bendiciones también para ti y los tuyos!
EliminarFeliz año nuevo y enhorabuena por el artículo es de los que crean afición por este entrañable blog que tanto nos enseña a los ignorantes como yo.
ResponderEliminarGracias! Feliz año para ti también!
EliminarAlucinante reportaje explicando con claridad toda la historia de las cámaras digitales de Casio. Una información que ni Casio dio (y ahora no dará porque no le interesa).
ResponderEliminarYo aún albergo la esperanza de que en el futuro la línea Exilim vuelva, fíjate tú... Llámame iluso, pero confío en que de alguna manera regrese.
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