Cuando el ejército de Estados Unidos se puso a testear los Pro Trek y los rechazó antes de empezar a probarlos

¿Son los relojes de Pro Trek válidos para la orientación, la aventura y la exploración? Según el ejército de los Estados Unidos, no. O no lo suficiente, al menos. Y lo más llamativo es que fue por una causa que Casio aún no ha resuelto todavía.

En el año 1995 se le encargó al laboratorio de investigación del ejército (el Army Research Laboratory) un estudio para sustituir a las brújulas por dispositivos electrónicos. Para ello se eligieron varios dispositivos, y entre ellos un reloj Casio Pathfinder (lo que hoy sería un Pro Trek) que pudiera utilizar el personal militar en sus campañas. El estudio incluía también analizar los elementos tecnológicos, circuitería, chip y demás componentes de cada uno de esos dispositivos; es decir, fue un análisis realmente en profundidad y concienzudo, uno de los más completos llevados a cabo en ese tipo de dispositivos. Sin embargo, por asombroso que parezca, el reloj de Pro Trek no llegó ni tan sólo a las pruebas de campo: fue rechazado de plano antes siquiera de que pudiese demostrar sus virtudes. Y la razón es mucho más sorprendente de la que os podáis imaginar, y no tenía que ver con su eficiente construcción, sino con su diseño y tecnología.




La cuestión es que cuando empezaron a ver los datos, las brújulas analizadas en el resto de aparatos mostraban una precisión de 0,5 grados, con un margen de error de +/- 0,2 grados. Sin embargo, la del Pro Trek sólo podía llegar a una precisión de +/-25 grados, por lo cual no cumplía los requisitos de operaciones del ejército y se la rechazó de inmediato. Resulta llamativo que en el manual del reloj Casio especifique una precisión más bondadosa de +/-10º, cosa que en el estudio del ejército descubrirían que no era así.

Actualmente las brújulas más avanzadas de Casio, como la del GW-9500 de G-Shock, siguen por encima del grado de medición (+1º), lo que tampoco las hace aptas, si se probasen hoy en día, para operaciones militares, puesto que no pasarían los estándares de trabajo del ejército. El Pro Trek PRW-35 (300 €, uno de los últimos Pro Trek en llegar al mercado), sigue con esa misma precisión y sigue mostrando en dos segmentos la dirección, lo que es lo mismo que ya hacían los modelos de principios de los noventa como el ATC-1100. El GW-9400 Rangeman ofrece esas mismas especificaciones. Ninguno de ellos, al igual que el modelo probado por el Ejército estadounidense, superaría hoy los tests de precisión de los años noventa. Una de las razones es que en esos modelos el norte puede indicarse indistintamente tanto como N, como NNW o NNE, una advertencia que curiosamente Casio ponía en los manuales de los Pro Trek y Pathfinder de hace unos años, pero que en la actualidad no menciona. Tampoco los efectos de la temperatura en las mediciones de barómetro y altímetro, lo cual sigue afectando a la precisión pero que ha sido retirado de los manuales en los modelos que hoy se comercializan.



Es llamativo que, veinte años después, esos relojes que se venden como modelos de aventura y de acción, no puedan llegar a superar a los sensores de antaño de los primero Pro Trek. Como suele decirse, todo este tipo de sensores en relojes de este estilo son solo "puro entretenimiento", y nunca y ni por asomo debe recurrirse a ellos para un uso profesional. Para eso existen otras herramientas. Lo mismo pasa con los sensores cardíacos, o los sistemas de medición de oxígeno en sangre que hoy algunos de ellos incorporan.

Por lo tanto ya sabes: la próxima vez que alguien te diga que va a llevar su Pro Trek o su G-Shock con sensor V3 de aventura, a la montaña, al desierto, a la selva o de expedición, aconséjales que lleven también una buena brújula "de las de verdad".