Título: Todas las fiestas de mañana
Autor: William Gibson
Fragmento:
Tras una pausa, el chico lo sigue, alzando el reloj de la esfera negra como si fuese un pequeño animal.
No será nada, piensa Fontaine. Un Waltham del ejército con las entrañas oxidadas. Mierda. Mierda, has dejado entrar al colgado este.
El chico se queda en el centro de la pequeña superficie de la tienda, mirando. Fontaine cierra la puerta, da una sola vuelta al cerrojo, y se retira detrás del mostrador. Hace todo esto sin bajar el revólver, evitando acercarse al chico, y sin quitarle los ojos de encima.
Los ojos del chico se abren al ver la bandeja con los relojes.
- Lo primero es lo primero - dice Fontaine, retirando la bandeja con la mano libre -. Veamos.
Señala el reloj en la mano del chico.
- Dame - ordena, golpeando sobre el descolorido logotipo dorado de Rolex sobre una almohadilla de piel sintética, acolchada, de color verde oscuro.
El chico parece entenderlo. Deja el reloj en la almohadilla, y cuando retira la mano Fontaine le ve las uñas, las descuidadas uñas de bordes negros.
- Mierda - murmura Fontaine -. Retírate, ahí, un momento - dice, señalando el sitio amablemente con el cañón de la Smith & Wesson. El chico da un paso atrás.
Sin dejar de vigilar al chico, Fontaine rebusca en el bolsillo izquierdo de la gabardina y saca una pequeña lente de aumento de relojero, y se la pone en el ojo izquierdo.
- No te muevas, ¿eh? No quieres que se dispare la pistola...
Levanta el reloj, y se permite un rápido vistazo a través de la lente. Silba entre dientes, muy a su pesar.
- Jaeger LeCoultre. - Alza la cabeza y mira; el chico no se ha movido. Vuelve al reloj, esta vez observa las marcas de la caja. - Royal Australian Air Force, 1953 - traduce -. ¿Dónde has robado esto?
Nada.
- Está casi en perfectas condiciones. - Fontaine se siente, de pronto, profunda e inesperadamente perdido -. ¿Es una reproducción?
Nada.
Fontaine mira a través de la lente, y piensa que quiere este reloj.
- ¿Todo original?
Lo deja sobre la almohadilla verde, encima del desgastado símbolo de la corona, observando que la correa de piel de becerro ha sido cosida a mano a unas barras permanentes en dos lados de la esfera. Tan solo este trabajo, que reconoce como italiano o austríaco, podría costar más que algunos de los relojes de la bandeja. El chico lo recoge inmediatamente.
Ese si lo he leído. Grandes narraciones ciberpunk.
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