Parecía una tarde cualquiera para la familia G-Shock G-Lide, que hasta hace un par de años era Timex Expedition. Pero ahora la componía la señora GLX5600 y G8900A-7. Pero ella no había olvidado a Timex Expedition T2N721. Tal vez la explicación de esto sea el no haber procesado bien el dolor de que Timex T2N721, antes de desaparecer para no volver, al menos hubiera esgrimido la piadosa mentira de que salía a buscar pilas.
GLX5600 no olvidaba tampoco que Timex T2N721 los últimos tiempos parecía tener problemas psicológicos e incluso alucinaciones. Decía haber escuchado a dios decirle que él no servía para nada, que era incómodo, tenía las agujas muy finas y la del compás se confundía con las de la hora, que pesaba demasiado y en definitiva era una mierda y lo iba a vender para sacárselo de encima.
Así comenzó una soledad difícil de sobrellevar para la señora GLX5600, que a veces muchas veces extrañaba la irradiada calidez de la correa de cuero natural de Timex T2N721, la protectora masculinidad simbólica de su caja de acero y el a veces divertido lumen por las noches. Para no caer en la melancolía recordaba sus constantes reproches a ella, como por ejemplo que no lo acompañaba nunca en sus aventuras, que siempre estaba pendiente de sólo lucir inmaculada, de que brillaran los dibujos de su correa, de que su blanca piel no mostrara ninguna arruga. Y estos reproches no eran muy distintos, seamos sinceros, a los actuales de G8900A-7A.
Y así fueron pasando los años y en su pasional alma se complacía soñando despierta como en su juventud con conocer el mar y ser bañada por la Luna, tal vez en un entorno romántico. Era su naturaleza más intima el apego a la naturaleza aunque jamás saliera del estante en el que vivía. Tanta energía dedicaba a sus ensoñaciones que en sus ojos parecía verse en todo momento la tabla de mareas y la imagen de la luna. Pero pecaba de ser muy coqueta, no quería exponerse al fuerte sol temerosa de arruinar su brillante color blanco impoluto y le daba un poco de miedo la noche por herirse con algún golpe en la oscuridad.
Casio G-Shock G8900A-7 hastiado de la poco emocionante vida hogareña visitaba lugares sórdidos, concurría a espectáculos deportivos, a fiestas con sus amigos, hacía excursiones a la playa y muchas veces sufría golpes y peleas que lo llenaron de cicatrices. Cada vez eran más espaciados los encuentros entre GLX5600 y G8900A-7 y estos no servían para paliar sus soledades, ni su aburrimiento en el diario vivir.
Pero la naturaleza siguió su curso, y como tantas veces sucede la fuerza de las pasiones instintivas ocupa un lugar desmesurado y modifica nuestra concepción del mundo, nuestra existencia y entorno. Y un día apareció en el estante de GLX5600, solicitando amparo unos días porque no tenía dónde vivir, un moreno enorme, musculoso que decía servir para muchos oficios. Contaba este que recientemente se había escapado de un lugar donde estaba de alguna manera viviendo como prisionero y sufriendo maltratos varios. Esto no era mentira, su cristal mineral evidenciaba innúmeres cicatrices y se le veía muy desaseado. Decía llamarse Rangeman 9400-1.
GLX5600 se compadeció de él y le hizo un lugar en el estante. Quizás fueron celos de G8900A-7 pero no le gustó nada la decisión de GLX5600 por más que parecía tener una buena causa. Tratando de hacerle revertir su decisión se quedó unos días con ella, mientras Rangeman hacía misteriosas salidas aduciendo que iba a buscar trabajo pero siempre volvía. Ella solía decirle que cuidara más su aspecto, lo cual aumentaría sus posibilidades de encontrar empleo.
Una tarde Rangeman 9400-1 ya cansado de escuchar las sugerencias de GLX5600 o tal vez con intenciones más libidinosas según diría luego G8900A-7, cuando éste no estaba presente se desnudó completamente. Ante los ojos atónitos de GLX5600, que jamás había visto un sensor de ese tamaño, se dio primero un profundo baño y luego se sumergió en silicona. Su sensor brillaba a la luz del sol y su contundente aro rojo cerca de su extremidad, de acero también, fue demasiado para GLX5600, su solitaria y aburrida vida y también para su sublimada pasión por la naturaleza. No era sólo un sensor, sino la invitación a vivir la aventura sin temer perderse en ella, de dominarla y disfrutarla sin límites alimentándose sólo con la luz del Sol. Porque Rangeman además le prometió que su acumulador siempre le pertenecería a ella.
G8900A-7 ya no era precisamente el hombre de la casa. Aunque ya venía temiendo que esto podría pasar jamás había imaginado volver un día de improviso a casa y descubrirla en un acto así, con su blanca piel inmaculada invisible debajo del enorme cuerpo de un Mudman negro con su cristal con tantas cicatrices.
¿Qué sucederá a continuación? ¿Tenemos derecho a conocer algunos detalles íntimos? ¿Podemos acaso juzgar a GLX5600 por su arrebato de pasión? A uno podrán no gustarles los sensores enormes y sólo disfrutar de los relojes mecánicos, incluso ser un fundamentalista del movimiento 6497, pero cada cual tiene derecho a vivir su vida como quiera y a tener sus pasiones, las cuales no están obligadas a ser compartidas por los demás. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra, pero eso en una familia G-Shock no tiene importancia.
No voy a condenar a GLX5600 por su infidelidad, ni a G8900A-7 por su insaciable búsqueda de aventuras ni a Rangeman 9400-1 por utilizar su enorme sensor en lo que lo hizo y no para seguir viviendo su vida para lo cual fue diseñado.
Sea como fuere son las a veces imprevisibles casualidades de la vida quienes conducen inexorablemente nuestro destino. Cada cual es prisionero de su propia vida, o tal vez sea dios que nos pone y saca del lugar en donde estamos. Algunos relojes que no son ateos consideran a este un ser todo poderoso pero malo que comercia con sus almas, es antojadizo e infantil, que no tiene en cuenta sus necesidades, que un día enaltece a un reloj y al otro lo desprecia movido por emociones incomprensibles, estúpidas y perversas. Los nuevas teorías en el mundo religioso relojeril llaman al consumismo como la obra cumbre y actual del demonio.
Los seres humanos solemos rasgarnos las vestiduras debatiendo sobre el derecho de los animales, los niños, las personas con capacidades u opciones diferentes de vida, la ranita de Guinea con franjas amarillitas y azules, pero no hay ni un sólo movimiento en el mundo, ni una fundación, ni siquiera una página perdida en Internet que defienda el derecho de cada reloj a tener una muñeca humana en donde ser feliz y sentirse vivo en todo momento. Para peor hay quienes creen que un reloj por ser costoso es feliz viviendo en una caja en la oscura bóveda de un banco.
Cuanto más conozco a las personas más quiero a mi reloj. Pero soy humano también y cometo errores. El deber de cada cual, según mi filosofía de vida y moral, es tratar de ser mejor persona cada día y soportar las tentaciones que nos alejan del camino de la solidaridad y especialmente la justicia. Esto me lo digo cada día cuando siento el impulso criminal de ir a robar para por fin comprarme un Panerai que en verdad no necesito. Sé que sería por un momento feliz con un Marina Militare con estanqueidad salvada y reluminizado. También que si no estoy como aficionado a los relojes pleno con mi actual familia relojera es un problema mío y no de ellos, que humildemente pese a todo y a lo que piensa o sienta con respecto a ellos me dan la hora, incluso cuando no la necesito, mostrándome que el tiempo inexorablemente pasa y que con él vendrán los cambios, absolutamente necesarios para que la vida fluya tal como es. Sino no sería vida.
| Redacción: Arcano para ZonaCasio
excelente cuento! Parece que lo hubiera escrito yo! jaja Cuando era un tierno niñito mi juguete preferido eran lo soldaditos. Me gustaba imaginarles historias y diálogos. Balzac era un principiante en ennumerar detalles comparado conmigo entonces :) Ahora que soy un anciano blandito le imagino historias a mis relojes. Digamos que el cuento está basado en hechos reales, son los que tengo y lo que ha pasado en cierta forma.
ResponderEliminarAhora el 8900 que como los propios humanos no se ha salvado de los cuernos ha sido desplazado por el Rangeman que no me quito, menos luego de la limpieza a fondo en silicona. Para ser justo el 8900 también tuvo su baño de silicona y estoy viendo de quitarle completamente toda la pintura, ya que luce muy desgastada. A mi también me impresionó el gran sensor y lo encontré bonito. Creo que tengo un problema :)
Me da una pena bárbara usar el GLX por su aspecto impoluto, que luce tal cual una de las fotos, y eso que soy fanático de las tablas de mareas y fases lunares. Además me acostumbré a los relojes grandes y como que me siento "menos macho" si me pongo uno más chico. En fin, creo que debería conseguirme una novia, pero no quiero pasar de nuevo por la discusión de que me paso hablando de relojes y que miro más a estos que a la chica en cuestión.
Me gusta mucho este estilo de relato, donde los relojes no son solamente los protagonistas, sino los personajes.
ResponderEliminarvoy a ver si sigo desarrollando la idea. Quizás haga un guión de cine. Ya me imagino A Tom Cruise en el papel de un 6900 salvando al mundo de una invasión de smartwatches extraterrestres :)
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