Frente a una de las calles por donde paso varias veces, en una zona céntrica, hay una guardería de niños que han abierto donde antes era un enorme centro de juegos, especie de casino. Es una guardería elitista y es habitual que te encuentres a primeras horas de la mañana a madres ejecutivas vestidas de imponentes trajes que van a llevar a sus hijos más pequeños en enormes automóviles de marcas como Audi o BMW.
La guardería tiene una fachada que parece un centro de convenciones, un pequeño letrero nada infantil en blanco y negro con su solemne logo, y unas enormes puertas acristaladas de apertura automática. Ignoro lo que cuesta, pero supongo que no será precisamente barato dejar allí a los críos.
Si bajas unas manzanas y te metes por ciertas calles te puedes encontrar de bruces con una vieja casucha reconvertida también a guardería infantil. Pero aunque cumpla la misma función, no tiene nada que ver con la mencionada al principio. Allí hay un pequeño parque y los perros que los insensibles dueños sacan a pasear cohabitan con los más pequeños, hasta el extremo de que el ayuntamiento tuvo que intervenir y establecer un sitio vallado para los canes. Espacio que, por cierto, pocos usan y normas que casi nadie cumple.
Se puede suponer claramente que unos niños y otros son muy diferentes entre sí. Los primeros son ciertamente unos afortunados, unos privilegiados que en los días de frío acuden a su guardería bien calentitos con la calefacción de sus coches y los otros, sin embargo, se protegen del frío con bufandas y caminan de la mano de sus padres o son empujados en sillitas de bebés.
No quiero comparar a niños con relojes, pero este ejemplo nos hace ver claramente que las categorías, status o como lo quieras llamar, son constantes en nuestras vidas. Dependiendo de tu situación tendrás en el médico una mejor o peor atención, o podrás acudir a especialistas, o tendrás un prestigioso bufete de abogados para defenderte o sino deberás conformarte con el que te toque de oficio.
En Casio podrás hacerte con un modelo Premium o tendrás que conformarte con un F-105. Podrás hacerte con un GWN-1000 o tu muñeca solo podrá lucir un humilde F-201. Incluso Casio -y todas las marcas- en sus catálogos los distingue así. Y de algunos no interesa siquiera hacer catálogos, porque no compensa la inversión, como en los modelos Collection.
Pasa lo mismo con perfumes, en donde los más caros reciben millonarias campañas de publicidad, y los "del montón" solo descubres su existencia cuando los ves en las estanterías de los supermercados.
Pero a veces, sólo en contadas ocasiones, surgen modelos que trascienden todo eso, relojes incalificables, rebeldes, insustanciales. Relojes irreverentes en sí mismos, en su esencia, y que escapan a etiquetas e historias. Relojes subversivos, que no pertenecen a este ni otro lugar, que tanto puede vestir un rapero multimillonario como un padre de familia que hace malabarismos con los números para llegar a fin de mes. Sí. Relojes que no tienen convención.
Uno de esos modelos es el GA-400. Casio no sabe muy bien ni siquiera dónde meterlo, dónde ponerlo o qué lugar ocupar. No es un G-lide, no es un G-mix, no es un... Apareció bajo la sombra del GBA-400 y no se sabe muy bien en dónde se ubica dentro de la gama. Encima, y por si fuera poco, llega a confundir a los que buscan el modelo con Bluetooth, que, desconociendo las líneas de Casio, no saben muy bien a qué atenerse. ¡Es una locura! Un reloj demasiado estridente para llevar con traje, pero ponte el modelo dual monocromático y lo encontrarás demasiado serio para ir desenfadado. Un modelo tecnológico (dispone del Rotary Switch, sin ir más lejos) pero asequible. Ni barato, ni caro (cuesta 129 €). Casio tiene estas cosas, puedes vestir un GA-400 y lucirlo como si fuera un GBA ante los ricos del pueblo. Puedes luego pasar desapercibido entre la plebe como un modelo ana-digi convencional.
Lo bueno del GA-400 es que no simula ser nada, no aspira a ser nada, a estar por encima de sus posibilidades o ser lo que no es. Simplemente no es convencional.
Puede que sea precisamente por eso su enorme éxito.
Y es que, a fin de cuentas, los niños solo quieran ser niños, y solo quieran jugar. Y somos nosotros, los mayores, quienes tratamos de ponerles fronteras, limitaciones, recelos... Y son nuestros miedos y diferencias los que vemos reflejados en sus ojos, sin darnos cuenta de que, aparte del escaparate que pueda tener el local y su fachada, dentro puede haber profesionales con idéntica calidad.
Y el Casio GA-400, como no podía ser menos, es por dentro todo un G-Shock, aunque por fuera nadie se le atreva a calificar.
| Redacción: Zona Casio
Tener un F-105W, no es conformarse. Es un reloj excelente, infravalorado, sí, pero si sabes lo que quieres, y te da igual lo que opinen los demás, es tu reloj.
ResponderEliminarYou estoy más que feliz cuando me pongo un F-91W de 7€, y con el Floïd de 5€. Podría permitirme productos más caros, pero si esos ya me gustan, y me parecen buenos, me la trae al fresco los que puedan pensar que por ser barato es cutre.
Cierto. Y tu mismo lo dices, Guti: esos relojes son baratos y tienen el apelativo de "cutres" o de usar y tirar (por muchos, ya sabes que aquí no pensamos -o al menos yo no lo pienso- lo mismo). Pero el GA400 es otra historia totalmente diferente.
ResponderEliminarLo que he puesto de los f91 o f105 no es para desprestigiarlos, yo soy el primero en defender que un reloj no tiene por qué etiquetar a una persona (aunque se de el caso de que los menos pudientes llevemos f91 y la gente rica GPW1000, pero esa es otra historia), sino para usarlos de ejemplo de lo que el GA-400 transmite. Pero ¿a que tampoco pondrías al GA-400 como ejemplo de reloj mediocre, ni caro, ni elitista, verdad? Pues así es, un reloj que va completamente a su aire.
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