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1.10.2015

Pasadizos


Cuando llegué a mi ciudad actual una de las cosas que más me impresionaron fue la cantidad de pasadizos que existían. Era habitual en los años cincuenta, sesenta y setenta construir bloques de edificios en los extrarradios para albergar a la población que llegaba a las crecientes ciudades, y unir todos esos bloques mediante, a veces, enrevesados pasos internos. Por desgracia esto ha caído en desuso, y ahora mismo la mayoría de este tipo de pasos que aún quedan se han convertido en "zonas privadas", con portones cerrados y zonas valladas. Pero antes no era así.

Cuando llegué uno de mis amigos, que había vivido toda su vida en un centro de acogida para niños desamparados de la genial obra solidaria del Padre Ángel, me acompañó de un lado a otro de la ciudad. Con él tardé un tercio en recorrer el mismo trayecto que yo hacía por las calles y avenidas, yendo simplemente de pasadizo en pasadizo. Yo iba con mi casio F-91 y recuerdo con bastante nostalgia cómo nos metíamos por pasadizos totalmente desconocidos para mí, con vecindarios donde sus habitantes hacían una activa vida social tras los soportales, con zonas enteras de patios con la ropa tendida y gente yendo y viniendo bajo el manto ocre, rojizo y gris de los tejados, entre los cuales, como en un cuadro de pinceladas en acuarela, de vez en cuando aparecían trocitos de cielo. Nadie te decía nada, ni te impedía el paso o te preguntaba qué hacías allí, aunque fueras ajeno a la vecindad. Hoy en día eso sería imposible: los porteros, las cámaras de video-vigilancia y, por supuesto, los enormes portones de hierro forjado han sustituido a la cordialidad y animosidad de antaño en los pocos pasadizos que quedan.




Por supuesto, también había peligros. Había pasadizos donde tenías que meterte con cuidado, y mejor acompañado y por alguien que conociese la zona. Las tribus urbanas, o pandillas de jóvenes desocupados "habitaban" algunas de esas curiosas construcciones interiores. La verdad es que la mayoría era mucho ladrar y poco morder, pero sobre todo si eras chica podías pasar un mal rato. En la vieja estación de autobuses (hoy desaparecida), en barrios completos de edificios levantados deprisa y corriendo uno al lado del otro, los pasajes internos eran los protagonistas. Conocerlos era conocer uno de los secretos más importantes de la ciudad, uno de los misterios del hormigón y el asfalto.

En aquellos años de Marlins, de modelos F como el mío, de duros HD, la convivencia de esos modelos con los jóvenes sin futuro ni empleo de aquellos años era constante. Hoy miro en sus muñecas y la mayoría de las nuevas generaciones, en igual o peor situación que antaño, no han sabido ni encontrado sustituto como compañero de aventuras. Algunos tienen un F-91, a lo mas un W-59 o algún G-Shock, pero la mayoría no tienen un reloj que les llene. Usan sus teléfonos móviles y smartphones para todo, y, por supuesto, para consultar la hora también.


Desde campañas de marketing nos aseguran que la juventud prefiere G-Shock. Tal vez sea así, pero la proporción de Marlins, HDs y Fs de antaño no tiene nada que ver con la de los que usan G-Shock ahora. Cierto que antes la mayoría se compraba un Casio de la serie F, y tiraba millas con él, y ahora, sin embargo, una misma persona puede comprarse tranquilamente cinco o seis G-Shock, que además son más caros. En eso Casio ha salido ganando. Pero ha reducido su presencia en las calles drásticamente. Al menos, entre los más jóvenes de muchos barrios. No solo es Casio, es algo cultural. Muchos jóvenes de hoy en día no le encuentran sentido a llevar un reloj, por eso, en blogs como este insistimos "y educamos" sobre su gran importancia, sobre su verdadero valor.

Queremos hacerles entender que un reloj va mucho mas alla de dar solo la hora. Y que es mucho más íntimo, personal y amigable que un smartphone. Puede que no sea tan importante (porque en un smartphone guardamos muchísimos archivos e información personal, normalmente), pero por eso mismo es más "usable". Es mucho mejor que salgas de casa disparado y corriendo con tu reloj en tu muñeca, que difícilmente lo pierdas y aguantará tu ritmo, que no que lo hagas con tu smartphone, que no solo puedes perder, sino que también puedes dañar. Por lo tanto son perfectamente complementarios. No necesitas un teléfono para consultar la hora, para eso necesitas un reloj. Pruébalo y lo comprenderás. Te gustará.

Nelbu para Zona Casio | Imagen de cabecera: F. Prado

6 comentarios:

  1. Preciosas las fotografías con ese aire de paisajes perdidos, y lo digo no sólo por los pasadizos, sino por el aura digital.

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  3. Muy buena reflexión ZonaCasio. Llevar un reloj a poder ser sencillo denota cultura y elegancia.

    En la simplicidad esta la esencia de las cosas, es muy normal que con la edad pases de joven a tener gustos recargados y coloridos a gustos mas sencillos, simples y prácticos a una edad más madura y por eso la mayoría de gente adulta busca una estética con esferas limpias en relojes analógicos como un Casio MW-59 y relojes digitales sencillos como el Casio F-91

    Ninguno de los modelos de relojes actuales tan recargados y coloridos de la actualidad pasará a la posteridad como un reloj de referencia o reloj clásico, todos ellos serán olvidados como si nunca hubieran existido, incluso si miramos a los modelos más emblemáticos y solicitados de Swatch nos encontramos que los modelos que triunfan año tras año son los más sencillos y para nada aparece en la lista ninguno de los coloridos.

    Con respecto a los Smartphone decir que nos van a llevar directamente a la edad de piedra, ahora la gente ya ni se comunica y cuando habla parece que te este enviando un Wasap , envía imágenes y recorta el idioma, un Smartphone es un cachivache pensado para gente joven, es el equivalente de un reloj enorme y colorido que tanto se lleva hoy en día, ni que decir tiene que yo llevo siempre un móvil clásico de Nokia sencillo y duradero y un Casio también sencillo y duradero ¡Para qué más!

    Nos quieren hacer vivir en una era virtual donde no existe ni el tiempo ni el espacio, donde todo tú vida ( Fotos, videos…) están registrados y guardados en una nube que ni te pertenece, el reloj clásico de toda la vida (no las tonterías que están saliendo ahora Smartwatch donde vamos directos a que quede registrada toda tú vida como una película) es una toma de tierra dentro de la era virtual que estamos viviendo, es una maquina del tiempo que te sitúa en el espacio y tiempo y que te hace consciente de tú realidad vital, además de aportar elegancia y cultura a su portador ¡Vivan los relojes!

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  4. La foto de portada esta genial con ese Marlin.

    Me ha gustado muchísimo también la reflexión de Apolino, llevas toda la razón.

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  5. Buena entrada y buena reflexión de Apolino

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  6. Los 80 eran tiempos en la que poder medir el tiempo exacta y digitalmente era una innovación al alcance de todos. Por esa razón un cronómetro a centésimas nos daba todo el poder del tiempo en la muñeca. Podíamos medir con exactitud cualquier situación y por supuesto cualquier evento. Ya sea un partido de futbol entre amigos, o 100m lisos en la tv. Hoy por hoy esa innovación es algo ya no al alcance de todos, sino algo asumido y común. Ahí Casio no puede aportar nada, pero si puede hacerlo en nuevos campos. Por es siempre me he reafirmado en que una marca como Casio no puede anclarse en el pasado y seguir viviendo de añoranzas, hablo a nivel usuario. A nivel coleccionismo ya estamos viejos rokeros como yo para rendir homenaje. Pero Casio tiene que avanzar para quien quiera estrenar un modelo mágico. Y esa magia que tantos añoramos en aquellos Casio se ha perdido. Nunca hay que dejar de empezar y mucho menos empezar a dejar. Siempre hay que evolucionar y crecer con las nuevas tecnologías. Y casio no lo está haciendo. Os preguntaréis si estoy rompiendo una lanza en favor de los smart watches, con toda rotundidad sí. Sigo siendo el mismo que me pasaba horas con mi F-84 intentando clavar en 00 las decimas de los 10 segundos en 1984, pero ahora quiero disfrutar con toda la interconectividad en mi muñeca. Es sólo mi opinión al respecto. Hay que respetar y rendir homenaje al pasado y a las buenas cosas que nos dejó pero nunca hay que "dejar" de avanzar.

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