A medida que nos hacemos mayores nuestra forma de ver las cosas cambia, maduramos. Cambiamos de amigos, de trabajo (o para nuestra desgracia incluso de tenerlo a no tenerlo), probablemente de residencia, de prioridades... Si antes nos podíamos permitir algún capricho, quizá ahora dediquemos ese dinero a nuestros hijos, o a pagar facturas. Y poco a poco van quedando atrás retazos de nosotros, elementos que nos acompañaron, gente con la que nos hemos cruzado y que en algunos aspectos llegaron a ser muy importantes para nosotros.
Las revistas que leíamos de jóvenes, y que ahora quizá han perdido todo el sentido (o puede que incluso ni se publiquen ya), aquellas series de televisión, aquellos programas de radio que nos mantenían despiertos hasta la madrugada, o aquellos dulces y golosinas que tanto nos enloquecían de niños.
Pero entre toda nuestra vida de ahora que se ha vuelto "patas arriba", entre todas nuestras responsabilidades de adultos, entre todo nuestro caótico mundo... A veces nos viene bien reservarnos un momento para nosotros mismos. Rescatar del fondo de la caja de nuestras últimas pertenencias aquel reloj de antaño, aquel fiel Casio quizá ahora rayado y cubierto de polvo, con el que recorríamos este viejo mundo, ajustárnoslo a nuestra muñeca, sentarnos frente a la ventana y contemplar la ciudad adormecida al atardecer con él, saboreando una taza de café o té. Revivir aquellos momentos con él, alegres o tristes, pero que forman parte ya de nosotros. Nuestras escapadas, desventuras, nuestras andanzas con una sonrisa en los labios acompañados de aquel reloj.
Qué diferente lo veíamos todo entonces, qué fácil, qué sencillo. Qué inocente. La de veces que mi viejo F-91 ensayó conmigo canciones de rock, soñando con ser una estrella, y con el cual al final acabaría huyendo del mundo de la música como un loco. Aquellas clases del instituto, del colegio, con el tintineo horario del Casio recordándonos que ya quedaba poco para terminar, que debíamos aguantar un poco más, un poquito... Las esperas por colegas, las esperas al médico, las esperas a novias... Mirando los segundos incrementarse como si fueran a cámara lenta en la pantalla de nuestro reloj. Los primeros trabajos. Tengo vívida la imagen del F-91W cubierto en mi muñeca por un montón de polvo y hierbas mientras manejaba sin tregua una desbrozadora con un disco de sierra, encerrado en un camino con maleza dos metros por encima de mí.
Ahora están de moda los "bancos de recuerdos", el ir reservando un pequeño espacio con aquellos elementos que han tenido un destacado protagonismo en nuestras vidas. Y qué mejor banco de recuerdos cuando lleguemos a ancianos que nuestro Casio de juventud, que nuestro reloj "de siempre". Que nuestro "reloj icónico". Si no tienes la suerte de haberlo conservado, deberías estar buscándolo, al menos para guardarlo en fotos, "digitalmente".
Pero si nuestro viejo Casio es importante para nosotros, también es nuestro deber que nuestros hijos posean también un buen recuerdo para su futuro de su reloj. No permitas que su recuerdo del mañana sea un horrible e insulso modelo de hoy. Su reloj debería ser uno capaz transmitir personalidad, con carisma, como los nuestros de antaño. No solo útil, sino especial, capaz de soportar su ritmo y seguirles fielmente. Es un legado que va más allá de un bien material, que les hará volver a recordar quienes son de verdad, de dónde vienen, y, en los momentos de éxito o duros, cuando más podemos desviarnos o perder la cabeza, encontrar una referencia y una vía de paz, de perspectiva. Volver a unos momentos que nunca deberíamos perder ni olvidar.
Nuestro viejo reloj, aquél de antaño, es nuestra conexión con lo que somos nosotros, con lo que siempre fuimos. Y forma parte de nuestra identidad. Da la hora, escribe el tiempo, y vive el momento a nuestro lado para grabarlo y contemplarlo.
| Redacción: Zona Casio
El reloj es mucho más que una maquina, es un compañero de viaje implacable que te acompaña a todas partes sin rechistar y que siempre te recuerda que hay que aprovechar bien el tiempo ante lo finitos que somos en lo físico independientemente de nuestra situación personal, el reloj siempre te avisa con humildad de que el tiempo nos acabará inexorablemente aplastando y finalmente devorando, que no hay vuelta atrás y que hay que mirar siempre hacia adelante, el reloj siempre se proyecta hacia el futuro…
ResponderEliminarTiempo - Pink Floyd:
http://youtu.be/_kDh2ZgDyOU
El pasado se queda en la memoria y en las vivencias personales y por eso algunos relojes que nos han acompañado de jóvenes nos han marcado tanto, yo solo tengo como reloj superviviente de aquella época un Casio HOR-100 Horoscope vivito y coleando que cuando me lo pongo me hace transportarme en el tiempo y me hace recordar muchos momentos buenos y malos vividos con él, todavía recuerdo cuando lo ví por primera vez en 1991 en un inmenso escaparate ante cientos de Casio y fue el reloj que me llamo y todavía no sé muy bien por qué, por desgracia ya no tengo el reloj de mí juventud Casio DW-210 que tanto echo de menos…. cada reloj te transporta a una época y a unas vivencias diferentes y eso es lo bonito de los relojes, esas maravillosas maquinas del tiempo.
Felicidades Zona Casio.
¡¡Ahora sí!!... La semana pasada se hablaba de un tema que creo que tiene conexión con este. Entonces yo decía que me parecía algo surrealista algunos de los comentarios que se hacían. Solo SergioQ4 me parecía que ponía cordura en el asunto.
ResponderEliminarMuchas veces es sólo la forma de ver las cosas. Un vaso que contiene la mitad de agua de su capacidad, muchos lo ven medio lleno y otros lo ven medio vacío, pero el vaso con agua es el mismo.
El enfoque que se hace en este artículo SÍ me parece coherente y con un razonamiento más realista sobre estos temas. Quiero matizar que es sólo mi opinión, no estoy dando ni quitando razón a nadie, pero mi punto de vista entonces coincidía con el de SergioQ4, como ahora coincide con el planteado en este post.
Magnífico artículo y precioso w-720. Desde hace un tiempo ando enganchado a este blog, es genial. Os lo curráis brutal.
ResponderEliminarDe pequeño recuerdo algún que otro f-91w; y uno especial que me regalaron para mi comunión, un Casio de juegos, el Super Windsurfing. Lástima que lo perdiera, me encantaría poder tenerlo ahora.
En estos momentos tengo en mi muñeca un humilde w-59 que compré hace días. Me encanta. Saludos!!
Un artículo que está lleno de poesía, y de nostalgia por que no decirlo.
ResponderEliminarMe habéis emocionado!
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ResponderEliminarGracias por el link Apolino, fenomenal vídeo. Lo incluyo.
ResponderEliminarZonacasio me siento identificado con el artículo. Como muchos coincido en muchas frases.
ResponderEliminarCuando observo mi W-400 evoco recuerdos, nostalgia de un tiempo infantil, juvenil en mi vida. El caso es que creo que hay "algo más" que recuerdos cuando veo un viejo reloj. Hay alma.
Miro un reloj y no recuerdo sólamente...también "siento" y viajo en el tiempo no sólo a vivencias, sino a pequeños micro momentos. Me llegan olores y pensamientos olvidados. Pequeñas cosas sin sentido que creía haber olvidado. Un día en la playa, el pensamiento de una tarde, un color de un cierto día, un aroma de verano. Esa especie de clariesencia del pasado que creía olvidada y que de pronto, cuando veo el W-400...zas...se avalanza sobre mí. Estos momentazos, son como esos olores y sabores que tienen "memoria" eterna. Es increible que sigan en mi cerebro pero ahí estan. Realmente el cerebro humano es impresionante.
Aun así ninguno de los W-400 son "aquel W-400" .....ese Marlin era único. Mi Marlin. Su azul era diferente y su alma era mía. El alma de estos es sólo del vendedor al que un día se los compré. En el fondo colecciono recuerdos ajenos.
LLORE LEYENDO ESTE ARTICULO. AUNQUE QUE CREO QUE PRETENDER QUE NUESTROS DESCENDIENTES USEN NUESTROS RELOJES ES ALGO POCO PROBABLE. CADA QUIEN USA LO DEL PRESENTE, Y ESE PRESENTE EN UN FUTURO SERÁ TAMBIÉN AÑORADO, NO POR NOSOTROS, SINO POR ELLOS...
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