Ayer se divulgaron dos noticias muy diferentes pero a la vez con muchos elementos en común entre sí. Por primera vez en la historia, un automóvil recorrió un circuito del DTM en una prueba oficial y a ritmo de competición... Pero sin conductor. El coche lo movía y lo dirigía una inteligencia artificial. Audi entró en la historia convirtiéndose en la primera marca en lograr algo así. Entre una enorme expectación, el coche recorrió a toda velocidad, gracias a su potentísimo motor de 560 CV (capaz de catapultarlo hasta los 305 km/h), el trazado alemán (tenéis unos impactantes vídeos al final, que os recomiendo no os perdáis).
El coche recorrió el circuito de una forma prodigiosa, no se salió del trazado ni un milímetro, y con total agilidad y destreza negoció incluso las curvas más complicadas y que pondrían los pelos de punta a cualquiera. Ahora bien, el coche fue perfecto pero... No hizo lo que haría un piloto experimentado del DTM.
Un piloto tomaría riesgos, entraría en las curvas "a saco", en los vértices de las mismas pisaría el límite de la pista para ganar unas décimas de segundo. En definitiva: que "le pasaría" por encima al Audi pilotado. Obviamente, el Audi hizo una vuelta perfecta, pero aún está muy lejos de ser una vuelta competitiva. Pero también es verdad que su cerebro electrónico estaba programado para no salirse de la pista (en realidad, su fin principal es seguir el trazado en una carretera convencional, no ganar tiempo ni resultar el más rápido; está pensado para ser seguro, no para competir).
Por otra parte, se filtraba la noticia de que Microsoft tendrá su propio reloj inteligente en los comercios para estas navidades. Algo muy llamativo si tenemos en cuenta el poderío del gigante estadounidense, propietario de marcas como Windows o Nokia. Su display será, como es lo habitual en estos dispositivos, con la misma tecnología que muchos de nuestros teléfonos móviles.
Todo esto es el anticipo de una tecnología en ciernes, una tecnología donde el reloj no solo nos va a dar la hora, sino que cumple infinidad de otras tareas. Nissan nos hizo ver algo de todo eso con el prototipo de reloj en el que podías visualizar incluso parámetros de tu coche. Pero ahora bien, todos estos relojes, ¿son en realidad "relojes", o ya son otra cosa?
El mejor ejemplo que aclara a dónde quiero llegar es Pebble. Sus smartwatches tienen un notable éxito, y en ellos puedes incluso añadirles "máscaras" ("watchfaces", las llaman ellos). Puedes tener en el mismo reloj un Marlin "virtual", un AE-1200 "virtual", un Pro Trek o tu modelo preferido de G-Shock... también virtual, claro. Pero no son reales. No son, lógicamente, el reloj original, no tienen su LCD, ni sus segmentos, y aunque simulen sus funciones e incluso las calquen... Bueno, que no son lo mismo, en suma.
Pantalla sin pixelizar, clara y diáfana de un LCD. No hay simulación, por buena que sea, que iguale algo así. |
Conducción virtual, hora virtual, pareja virtual... Hace unos cuantos años una empresa de software japonesa (allí son unos enamorados de la robótica del ocio, como bien sabéis) difundió un juego de "compañeras virtuales". Unos amigos y yo pudimos probarlo y la verdad nos quedamos gratamente impactados. Podías elegir el color de ojos que quisieras para tu "novia", su pelo, sus proporciones... Y luego ella, en su vida virtual en tu ordenador, atendía a todos tus gustos. Cumplía todos tus deseos. Estaba bien los primeros diez minutos, pero a pesar de ser físicamente la chica casi perfecta pronto te empezabas a cansar de ella. Vale, una mujer real tiene sus complicaciones y defectos (y no pocos, jeje...), pero quizá sea precisamente eso lo que a los seres humanos nos diferencie de las "perfectas máquinas". Nuestros errores, nuestras debilidades, nuestra imprevisibilidad. La máquina inteligente que había detrás de Matrix decía en su primera cinta: "hicimos un mundo virtual perfecto para los seres humanos, pero aquel mundo, donde todo era felicidad, resultó un fracaso. Se perdieron cosechas enteras".
El Pebble y tantos otros pueden simular ser un W-720 o un W-202, pero nunca lo serán realmente. Podrán tener su imagen, pero no ser el mismo. Puede que para muchos sea suficiente, pero que sus píxeles simulen segmentos de LCD o cuadrícula de matrices para mí no basta. Le falta "alma", personalidad o épica, llamadlo como queráis, pero no es lo mismo. Y eso lo dice una persona como yo, que soy un fan de la robótica, que amo las cajas de cambios de doble embrague, y que me encanta la conducción pilotada (creo que en un futuro evitará muchos accidentes y pérdidas de vidas humanas, sobre todo para aquellas personas que ni pueden, ni quieren o ni les gusta conducir, y tienen que hacerlo obligatoriamente, que por desgracia cada vez son más), pero el factor humano, esa "chispa" de improbabilidad (que quizá provenga de nuestra mnemotecnia y que incluso alguna máquina llegue a ser capaz de simular también algún día), es una de las señas de identidad que nos hace únicos y diferentes.
Nuestra imperfección es precisamente lo que nos caracteriza como humanos, lo que nos hace solidarios y nos lleva a perdonarnos unos a otros. Porque todos caemos en una u otra cuestión y de una o de otra forma. Amar las máquinas no significa ser un obseso por ellas, y ese es un gran riesgo al que nos tienta constantemente esta sociedad del consumismo, donde parece ser imprescindible tener la mejor y más poderosa máquina del momento (el mejor ordenador, la tablet más potente, el smartphone más rápido...). Siempre recuerdo con cariño a uno de mis mejores amigos, con el que me pasé muchas tardes y que era un extraordinario administrador de sistemas. Una persona para quien el hardware (y el software, y las herramientas de programación) no tenían secretos. Él hacía prodigios inexplicablemente con un sistema OpenBSD, y nunca usaba Wi-fi, mantenía su conexión por cable porque él, que conocía muy bien todas las técnicas de infiltración y era un experimentadísimo hacker, decía necesitar ser capaz de cortar una conexión a redes con algo "físico", simplemente tirando de un cable. Tenía un imponente ordenador de aquellos irrompibles, que ya le podía caer un rayo encima, con RAM y disco duro que él mismo se ocupaba de actualizar. Todo lo hacía con comandos, y si podía hacer algo sin usar un entorno gráfico, lo hacía. Y os puedo asegurar que ningún informático con el mejor ordenador de hoy le podría superar. Por eso, necesitar un smartwatch solo por "diseño obsolescente" es una trampa para conseguir que sigamos acumulando cada vez más tecnología futil e inútil. Yo siempre preferiré un G-7900 "de verdad" en lugar de uno simulado. Eso lo tengo bien claro. ¿Y tú?
| Redacción: Zona Casio
Yo también lo tengo muy claro: Quiero y necesito algo que sea ÚTIL. Si un auto se maneja solo, quiero que sea útil: Que entienda que detrás de la pelota que sale de repente de entre los carros estacionados siempre viene un niño corriendo; si es incapaz de entender cual es la importancia de eso o es imposible que "vea" la pelota, entonces es inútil. No quiero pasarme media hora tratando de explicarle al auto a donde voy, tomando en cuenta lo caótica que es la ciudad donde vivo, donde hay calles que se llaman igual, las calles cambian de nombre de repente o a las autoridades se les ocurre de un día para otro cambiar el sentido de circulación sin dar aviso... En ese sentido claro que me gustaría un "smartwatch" pero que fuera útil, que tal uno cuya pila durara más de un mugroso día y me permitiera meterlo al agua, uno que no tuviera que estar presionando un botón para ver la hora al estilo de los antiguos relojes led, uno que me enseñara parametros de la moto cuando la cabalgo pero sobretodo y más importante: un reloj que no tuviera que depender para todo del teléfono celular, porque eso es hacer trampa...
ResponderEliminarNo me aclaro comon los comentarios.
ResponderEliminarVale...ahora sí.
ResponderEliminarBuenas, soy un apasionado de los relojes en general y de los mecánicos en particular.
Hace como un mes descubrí este blog y me ha encantado. Tan es así que despues de leer casi todas las entradas decidi rescatar del olvido el primer reloj que me compre, un Casio DW 340. El pobre llevaba mas de 10 años tirado en el fondo de un cajón. Cuando le cambie la pila por una nueva no funcionó,así que he tenido que desmontarlo entero hasta dar con el fallo. Desde entonces no me lo he quitado. La gente que me conoce flipa...¿Como llevas un reloj tan viejo y cutre?......Pues poque graciad a zonacasio me he dado cuenta de que es un reloj que mola mucho. Gracias.
¿Casio DW-340 "viejo y cutre"? ¡Si es un maquinón! ¡Ya quisieran mucho de los relojes nuevos de ahora estar tan bien construido como él! Cuando no lo quieras dámelo :D
ResponderEliminarUna foto de la bestia: http://abload.de/img/dw-340blau1vxbbr.jpg
Un buen análisis, como siempre, y el comentario de Elmer lo ha redondeado perfectamente. Tiene mucha razón, la tecnología por muy actual que sea tiene que ser sobre todo útil, no es solo con gustar a la gente y que sea bonita. El reportaje que enlazáis sobre el diseño obsolescente me parece también muy acertado.
Y dicho todo lo anterior... ¡espectacular el Audi!!!
Vivimos en unos tiempos encaminados a los virtual. Una obsesión por copiarlo todo como sea, por transferir nuestras capacidades a chips y más chips (¿comodidad, pereza...?), sin pensar las consecuencias que eso podría tener.
ResponderEliminarUna vez más estoy completamente de acuerdo con la opinión de Elmer, lo dice conciso y claro.
Ah!, como dice Cachemir, una bestia... Marqués, ni caso a la gente, un reloj es algo personal, y al menos yo, me los pongo para mí, no para los demás.
Vamos camino a la peli Identidad Sustituta de Bruce Willis...
ResponderEliminar