¿Recuerdas cuando en el 2012 casi toda la gente creía que se iba a acabar el mundo, merced a no se qué profecía maya? Y luego, en el 2013 anunciábamos que un cataclismo de proporciones inimaginables asolaría la Tierra procedente de nuestro sol, quemando circuitos electrónicos y arrasando todo lo que encontrase a su paso, dejando los sistemas de comunicaciones a la deriva y destruyendo los satélites que rodean el planeta.
Nada de eso ocurrió. Los que vaticinaban el fin del mundo se quedaron con un palmo de narices, y los malos augurios, que se repiten año tras año, tuvieron un protagonismo inusual en estos últimos años que hemos dejado atrás (o que estamos dejando atrás, siendo más concretos).
Al final las desgracias personales han superado a esos cataclismos mundiales, y han sido las que de verdad nos han puesto a prueba, y nos ponen siempre. Y es que las muertes en masa, los genocidios y los hechos catastróficos de índole mundial no suelen ser anunciados ni suelen llegar con advertencias. Cuando a las puertas de la II Guerra Mundial el ejército de Hitler preparaba sus arsenales y afilaban sus cuchillos, la sociedad alemana de aquel entonces no se dio apenas cuenta. De hecho, ni tan siquiera Europa lo hizo. Poco a poco fue calando en el pueblo alemán la idea de que los judíos eran un pueblo que había que exterminar, y lo vivieron de una forma tan lógica y normal que la gran mayoría no se daba cuenta de lo absurdo de esa idea y de la gravísima situación a la que se encaminaban.
Nadie advirtió tampoco en los grandes barcos que se movían en las rutas de navegación de la Edad Media el peligro de la enfermedad que acabaría diezmando a la población europea, la Peste Negra, y que a la postre supondría una de las mayores catástrofes de este índole de toda la historia de la humanidad.
Por lo tanto este año no vamos a caer en el error de "jugar con fuego", no vamos a difundir un artículo apocalíptico en donde aconsejemos que el reloj que vayamos a llevar debe ser el mejor que podamos adquirir o el mejor con el que podamos hacernos. No. No tenemos que esperar (y no deberíamos hacerlo) a un cataclismo mundial para elegir nuestro reloj. Porque probablemente sea ya demasiado tarde. Probablemente el reloj con el que tengas que sobrevivir te enfrentes a lo que te enfrentes (y no solo a situaciones de pánico general, sino a situaciones personales complicadas) sea el que llevas ahora mismo, y tendrás que saber sacarle todo su potencial.
En momentos duros agradecerás tenerlo. No sabemos qué Casio. Pero será tu Casio. No sabemos si te defraudará. Pero intenta que no lo haga ahora, y no lo hará después.
Porque el futuro no existe, es una ilusión, y lo construimos con los cimientos que tenemos hoy.
| Redacción: Zona Casio
En lineas generales estoy de acuerdo contigo salvo en las alusiones a la Segunda Guerra Mundial.
ResponderEliminarLa reflexión es buena, en cualquier caso.
Saludos y Feliz 2014
- papá
ResponderEliminar- ¡ya voy!
¡Jajajaja! Sois lo más
Lo olvidé:
ResponderEliminarEl video...superior.
El papá que le dice a la mami "aguantame un segundo a la nena que voy a grabar lo de Loquillo". Se va al baño a toda leche (ni los pantalones de currar se quita). Y lo graba en casi cuatro minutos.
En el baño. El sitio con mejor acústica de la casa, sin duda.