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12.29.2012

Nunca juzgues demasiado pronto a un reloj Casio


—En la causa judicial dice que viajaste a Mar del Plata a empeñar los relojes que habia robado.
—Algo de eso hay. Yo sé mucho de relojes —se jacta Robledo.

Lo supe una semana después, cuando me llamó desde la cárcel para pedirme un favor: que le comprara un reloj trucho en La Salada, la popular feria que queda en Lomas de Zamora, al costado del Riachuelo. Le prometí que en mi próxima visita se lo llevaría. Él quedó en darme la plata. No fui a la feria. Preferí comprarle un reloj original y legal. Por eso le llevé un Casio digital.



—Es muy lindo —me dijo cuando se lo di en la mano, durante mi visita. Pero su cara parecía decir otra cosa. Me quedó claro cuando recibí esta carta suya fechada el 9 de septiembre de 2009:

"Sigo con el resfrío de sol y —encima— hoy me levanté para la remisma mierda. Estoy a las puteadas y ahora te voy a recontracagar a pedos (porque te lo mereces).

Me preguntaste si el reloj me gustaba. ¿Qué querías que te dijera en ese momento?, ¿que te puteara? ¡No!, no podía hacerlo. Encima que habias venido. Ya ese dia vino para mal parido porque el guardia me vino a despertar temprano. Pero vayamos al reloj: yo me recontra cago en la tecnologia digital. Y si es japonesa, tanto peor. Un reloj tiene que ser de agujas. Si no, no es un reloj. Mis relojes eran un Rolex Daytona esfera negra.

Y un Omega Speedmaster. Ambos relojes se los quedó la comisaría 1° de Tigre. ¿Por qué la Policia cuando detiene a alguien se queda con las pertenencias? ¿Por qué me robaron los relojes? Me pregunto por qué.


Odio los relojes digitales. Los odio de verdad. El reloj de cuatro pesos que me había regalado Caballo, un compañero de pabellón al que ya vas a conocer, era una cagada recontra trucha con tres esferitas interiores a la esfera grande que estaban de adorno. Solamente tenía una aguja horaria, minutera y segundera y las dos primeras eran fosforescentes (como tenían mis dos relojes). Es lo mínimo que se le puede pedir a un reloj. El reloj de mierda que me había regalado Caballo tenía una esfera blanca de 3,5 centímetros. No tenia ningún problema en leer la hora con ese reloj. Lástima que me lo dejé olvidado en el taller y me lo afanaron. Pero este reloj Casio lo compraste al pedo: tiene una esfera de fondo gris. La esfera, propiamente dicha, es de 27 milímetros; pero tenés que restarle 4 porque tiene un anillo exterior negro al pedo donde dice 10 year battery, adjust, mode, alarm crono, start, light. Luego tiene un cuadrante de 17 milímetros dentro de la esfera de 2 centímetros. Los números digitales tienen 7 milímetros de altura, sobre un fondo gris metalizado. De pedo si veo la hora estando a la intemperie, a la luz del sol. Dentro de la celda solamente puedo leer la hora con los anteojos que estoy usando ahora para escribirte. Y con la luz artificial encendida aún se ve menos porque los números negros están sobre un fondo gris metalizado que brilla y no se ve un carajo. Ahora me preguntarás para qué quiero ver la hora si estoy en cama y no puedo salir a ningún lado.

Acá adentro te sacan hasta el derecho de ser impuntual, de llegar tarde a cualquier lado. Quiero saber la hora porque me gusta. ¿Está mal eso? Volviendo al tema del reloj que me trajiste. ¿Por qué ocurrió esto? ¿Y con qué necesidad? Ocurrió porque no hiciste lo que te pedí.


Lo que te pedí. Es un reloj muy bueno, muy bonito, pero para nada funcional. Seguramente me va a servir de poco. Ahora, lamento no haberte pedido un Citizen Titanio.

Por eso yo te preguntaba en visita que me dijeses cuánto te había costado. Porque este reloj no lo voy a cambiar ni lo voy a vender. Lo voy a conservar porque es un regalo tuyo. Pero estoy envenenado por esto. No puede ser que yo tenga tanta mala suerte. Los relojes digitales son una cagada. Debí habértelo dicho en su momento. Tengo una bronca bárbara. Yo te había encargado un Titanium, aunque trocho, ya que sos un laborante y un amigo. Y el número atómico del titanio es el 22 y se trata de un metal gris y pesado como el hierro. Y vos viniste a visitarme un día 22 y además ese día te hablé de la detonación de una bomba atómica en las Islas Marshall que los Estados Unidos consideraron un éxito. Nada es casual. Todo es causal".


Dos días después, Robledo se disculpó en otra carta:

"Ya se me pasó la bronca por el reloj ya que a la luz del dia, a la intemperie, puedo leer la hora sin ningún problema. Te pido disculpas por el reto del otro dia. Es un hermoso reloj. Y si la pila no se agota para antes de cumplir los diez años, ¡espero estar vivo para cambiarle la pila!, (eso, si para ese entonces todavía existe la humanidad). Cuídate mucho, este año Buenos Aires se va a convertir en un infierno. Que Dios te ampare, Chau! Carlos".

| Extracto de "El ángel negro" (Rodolfo Palacios)

4 comentarios:

  1. Interesante pasaje. No conocía a Rodolfo Palacios, así que lo tendré que probar.

    ¡Gracias!

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  2. Pues que gusto ver algo de literatura Argentina en este gran blog. Y además, hablando de un casio jeje. Aprovecho para saludarlos y desearles un feliz 2013, salud!

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Anónimo2.1.13

    Un gran escritor el que tenéis por allá. Feliz año nuevo Mariano!

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