Durante muchos años he vestido de negro por elección. Había personas que les causaba un auténtico pavor verme de negro, me daban todo tipo de excusas para que cambiara: "el negro, contrario a lo que se piensa, es un color muy sucio" (me daba igual, no vestía de negro para disimular la suciedad); "el negro es un color muy triste" (no me pongo ropa para ser feliz, qué puedo decir...). Mi madre se ponía histérica: "de negro, de negro, siempre de negro, como si fueras una anciana".
Cuando pasó aquella etapa, decidí seguir algunos consejos que me decían que, si vestía de color, me sentiría más jovial y animado. Me encantaban los borgoña, los teal, e incluso los ceniza y los beige. Llegué a tener una cierta afición por los tonos steam.
Hoy visto de negro por luto.