Lo que está ocurriendo con los smartwatches es para volverse locos. La velocidad con la que surgen (y desaparecen, por cierto) rumores es vertiginosa, y apenas te ha dado tiempo a asimilar un concepto o una funcionalidad, cuando te llega otra y otra... Si hace poco nos despertábamos con el primer smartwatch resistente de G-Shock, el GSW-H1000, con Wear OS ("Android", para que todos nos aclaremos, aunque Google se empeñe en tratar de diferenciarlo para que no se note de dónde parte), salían a la par voces que aseguraban, de manera bastante fidedigna, que a finales de este año Apple hará otro tanto de lo mismo con su Watch, o sea, ofrecer una variante también más resistente, de cara a comerse el apetitoso mercado donde los G-Shock son - hasta hoy - líderes indiscutibles (y donde más beneficios obtiene Casio, por cierto).
Si ya el Apple Watch barrió en cinco dos años con todo el panorama relojero mundial (mira a tu alrededor, y seguramente cada vez veas más de esos relojes en la muñeca de la gente con la que te encuentres a diario, y no es casual: sus ventas son "criminales", ya os pusimos hace poco que se han merendado a todos los suizos; para que te hagas una idea, en 2019 vendió 31 millones de unidades, incrementándolas a los 40 millones durante el primer semestre del año pasado. Su segundo competidor, Huawei, no pudo pasar de los 11,1 millones, y Samsung, el tercero, se quedó en los 9,1 millones, o dicho de otra manera: Apple vende de su Watch actualmente, más que toda la relojería suiza junta), ahora va a barrer "las cenizas" que queden, o los refugios, de las otras marcas. Y francamente, en relojería poco les queda por barrer ya, a no ser G-Shock.