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3.13.2019

Campos magnéticos y relojería


Cada vez se ven más bolsos especiales y carteras que aíslan del electromagnetismo y de los lectores electrónicos lo que llevemos en su interior. Son muy útiles para tarjetas de todo tipo: de banco, de transporte, para chips NFC... Son las conocidas como carteras o fundas con protección RFID, y también con protección a objetos con imanes.

Ya que, en nuestra sociedad de la tecnología, el magnetismo está por todas partes, si llevas un reloj mecánico tienes muchas posibilidades de que su pequeño desajuste se deba a este tipo de influencia magnética. Y es que los relojes mecánicos no se llevan nada bien con los dispositivos electrónicos, al fin y al cabo - reconozcámoslo - proceden de unos tiempos y una época muy diferente a la nuestra, donde no era nada habitual estar en la presencia de un imán, mucho menos de potentes baffles, o de los campos electromagnéticos generados por todo tipo de instrumentos, tecnología de superconductores, escáneres, y máquinas eléctricas que nos rodean por doquier.




Así que, si usas cotidianamente un reloj mecánico, tienes un enorme "problemón" entre las manos (o mejor dicho: sobre tu muñeca). Los relojes con engranajes de metal se vuelven locos con ese tipo de elementos, el electromagnetismo causa en ellos un auténtico desastre, un terrible caos.

Las pequeñísimas y minúsculas piezas del reloj mecánico se imantan "con nada", cualquier interacción con un campo eléctrico mínimamente potente les hace ver chiribitas. ¿Qué ocurre luego? La espiral no se despliega bien, el reloj se convierte en un instrumento muy errático, las manecillas intentan por todos los medios "pegarse" al fondo... Un desastre. Una catástrofe.

Pero lo peor no es eso. Lo peor está por llegar. Y es que desinmantar un reloj mecánico es un quebradero de cabeza para cualquier relojero: se requiere desarmarlo en su totalidad, "piececilla a piececilla", y luego introducir cada uno de sus microscópicos componentes en una máquina especial. En muchos casos, la espiral hay que sustituírsela por otra nueva, de fábrica, traída expresamente y protegida en plástico para que no se imante antes de usarla.


Si te gustan los relojes mecánicos, y estás en 1898, no tendrás problema. Los imanes no suelen aparecer de forma natural - aunque el mineral de magnetita sí contiene estas propiedades, pero esa es otra historia -, y para la masificación de las máquinas electrónicas industriales y la robótica aún tendrías que esperar bastantes años.

Pero como no es el caso, y no estamos en el siglo XIX, entonces el reloj mecánico solo te causará una cosa: problemas.

Los relojes de cuarzo, sin embargo, son diferentes. Incluso los analógicos de cuarzo son prácticamente inmunes a los campos electromagnéticos. Casio hace muchas de sus manecillas de plástico, fibra de carbono o aluminio, materiales todos ellos amagnéticos (no se pueden imantar). En sus mecanismos internos, muchos de sus ana-digi tienen la mayoría de sus componentes de resina (en realidad, de plástico endurecido), con una duración casi de por vida que no solo no pueden imantarse, sino que ni siquiera requieren mantenimiento (ni engrase).


En cuanto a los digitales, los campos electromagnéticos sí pueden afectarles, al fin y al cabo los cristales líquidos se ordenan por influencias eléctricas, pero es una acción temporal: el reloj vuelve a su funcionamiento habitual tras alejarnos de la fuente electromagnética, "y aquí no ha pasado nada".

Existen algunos movimientos sociales que pugnan para que haya zonas o lugares "libres" de campos electromagnéticos. La razón es sencilla: estamos continuamente rodeados de ellos, cualquier aparato electrónico los genera. Pero aunque nos alejemos de todo ese tipo de dispositivos, nos inundarán a través del aire: emisoras de radio y televisión, sistemas por satélite, radares de los automóviles, etc., etc., etc., viajan por el aire y a nuestro alrededor sin que nos enteremos.


Si vives en una isla desierta - imposible: con la superpoblación, ¿queda alguna? -, puedes llevar contigo tu reloj mecánico, alimentarte a base de cocos y pescado que captures con un arpón improvisado, y vestirte con taparrabos y piel de alguna alimaña que hayas cazado. Pero a excepción de que tu vida sea así - que no lo es, sino no nos estarías leyendo -, tienes un problema si usas un mecánico, y mejor te adaptas o recurres a un reloj de cuarzo. Es el único instrumento fiable y probadamente inmune en este entorno de cibertecnología y aplastante electrónica industrial, profesional y de consumo. Empeñarse en querer usar mecánicos es como empeñarse en querer enfrentarse ante drones y tanques con un palo, y quejarse por ir perdiendo la guerra. O usas - como siempre el hombre ha hecho - los mejores recursos que haya a tu disposición a tu favor, o lo tendrás crudo.

El reloj mecánico, como las calculadoras mecánicas o las máquinas de escribir manuales, son esos bonitos instrumentos que es un placer admirar y una delicia el prodigio de su funcionamiento, pero nadie va por ahí con una calculadora de tres o cuatro kilos en la cual una división tarda en realizarla diez minutos. Hay que ser consecuentes con dónde estamos viviendo y lo que nos rodea, y actuar con lógica y una buena estrategia. Usar un reloj antediluviano que por todas partes pierde agua no es, desde luego, la mejor opción. Hoy en día solo puede ser realmente útil un reloj de cuarzo, aunque sea simplemente por obviedad y por sensatez, nos guste o no.


| Redacción: ZonaCasio.com / ZonaCasio.blogspot.com

4 comentarios:

  1. La mayoría de calibres mecánicos tienen en cuenta esta circunstancia y usan elementos antimagnéticos. Ciertamente son metales, que aunque em pequeño grado acaban imantándose, pero no son tan sensibles como si fuera acero. Sólo marcas de lujo como Omega son capaces de ofrecer maquinarias casi completas de silicio.

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    1. Las aleaciones antimagnéticas son muy caras. No recuerdo el precio exactamente, pero una aleación antimagnética para la espiral en una marca de lujo creo que se iba por encima de los 1.000 €. Solo marcas - como Rolex con su Milgauss - elitistas son capaces de asegurar una resistencia al magnetismo un poco digna.

      La resistencia común de un reloj mecánico es de 20 gauss ( https://www.jcwa.or.jp/en/time/qa/qa10.html ), un magneto de un refrigerador ya te va a los 50 / 100 gauss. Es una deducción fácil.

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  2. Tienes razón en que incrementar la resistencia magnética requiere materiales elitistas. Por ejemplo mis Orient M-Force resisten 60 gauss, mucho menos que los 1000 gauss de un Rolex.

    En cuanto al magneto de un refrigerador, me imagino que eso querrá decir que dejas el reloj justo encima de él. En la exposición normal, nos encontramos a varios centímetros de distancia, que reducen notablemente el poder magnético.

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    1. Creo que te voy a despedir y te voy a mandar a Revista Relojes y dejas de formar parte del staff de Zona Casio XD

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