Los relojes G-Shock de Casio nacieron con una misión clara: ser prácticamente indestructibles. Diseñados para soportar golpes, caídas, agua, barro y todo tipo de condiciones extremas, su esencia es la resistencia absoluta. Son relojes que invitan a despreocuparse, a vivir sin miedo a los arañazos o al desgaste.
Sin embargo, resulta curioso cómo muchos de sus compradores parecen más preocupados por protegerlos que por usarlos sin miramientos. Compran protectores de cristal para evitar rayones en una pantalla diseñada para soportar abusos, se preocupan por el desgaste del bisel y adquieren recambios "por si acaso", e incluso algunos los tratan con un nivel de cuidado casi obsesivo, como si fueran delicadas piezas de lujo.