Tenebrae consulta la hora desde la mortecina luz de su Casio LDF-30. Es más que suficiente para ver la pantalla en el escaso y reducido espacio de su ataúd. Cada noche, acude a trabajar al hospital hasta casi el amanecer. Sus jefes quedan admirados por su profesionalidad, y porque es la única doctora que se traga sin rechistar las duras jornadas nocturnas, en donde suelen ocurrir las urgencias más espantosas y los accidentes de tráfico más graves, propiciados por el peligroso manto de la oscuridad. Sin embargo, a ella lo que más le agrada es poder tener acceso al banco de sangre del hospital comarcal sin levantar sospecha.
Durante siglos, ha ido acumulando casi en su totalidad su sueldo mes a mes, y con el paso de los años, de muchos años, ha logrado ahorrar una considerable fortuna. Cuando pasa mucho tiempo y su presencia comienza a ser sospechosamente admirable por su implacable juventud y notoria efectividad, procede a empezar de nuevo de cero: un nuevo lugar, una nueva identidad, un nuevo hospital. Claro que eso conlleva nuevas pruebas y nuevos exámenes de acceso, y hasta nuevas oposiciones. Aunque ahora, con el surgimiento por doquier de los hospitales privados, todo es más fácil. En contrapartida, los sistemas informáticos lo han vuelto también más complicado, ya no es cuestión solamente de contactar con un falsificador experto para hacerte nuevos papeles, ni de extorsionar a un funcionario corrupto para que te apruebe un examen al que ni siquiera te has presentado.
Durante siglos, ha ido acumulando casi en su totalidad su sueldo mes a mes, y con el paso de los años, de muchos años, ha logrado ahorrar una considerable fortuna. Cuando pasa mucho tiempo y su presencia comienza a ser sospechosamente admirable por su implacable juventud y notoria efectividad, procede a empezar de nuevo de cero: un nuevo lugar, una nueva identidad, un nuevo hospital. Claro que eso conlleva nuevas pruebas y nuevos exámenes de acceso, y hasta nuevas oposiciones. Aunque ahora, con el surgimiento por doquier de los hospitales privados, todo es más fácil. En contrapartida, los sistemas informáticos lo han vuelto también más complicado, ya no es cuestión solamente de contactar con un falsificador experto para hacerte nuevos papeles, ni de extorsionar a un funcionario corrupto para que te apruebe un examen al que ni siquiera te has presentado.