Me ha sorprendido que, entre las normas para la vuelta a las aulas tras las vacaciones, y con la amenaza y la auténtica devastación que está ocasionando la variante omnicrom del coronavirus, algunos protocolos COVID prohíban explícitamente el uso de los relojes.
No es algo que, en todo caso, nos coja del todo desprevenidos, ya que desde el inicio de la pandemia se ha establecido una guerra abierta contra los relojes. Claro que no es culpa de esto los modelos mecanicos, ni los digitales convencionales, sino los smartwatches.