Ayer, mientras regresaba ya entrada la noche por este cambio horario que nos ha adelantado las horas de oscuridad, frente a mí un chico consultaba la hora en su smartwatch. Un toquecito en la pantalla, y ésta se iluminó como por encanto. Luego, dejó de mirar la hora y el reloj aún permaneció un rato encendido, iluminando la oscuridad. Qué bonito. Un arbolito de Navidad en miniatura.
El caso es que, viéndolo, no pude evitar pensar: "ahora al llegar a casa, a ponerlo sobre su sistema de inducción y a cargarlo". Claro, porque la autonomía de estos cacharros es bastante ridícula.