No, no quiero parecer un verdugo, ni torturar a los más pequeños con apenas unos pocos años de vida. La verdad es que quiero todo lo contrario: que luego, de mayores, no le cojan esa manía que tantos hemos sufrido a las matemáticas, y que nos costó tanto superar (gracias Ana, no me cansaré de decirlo..., y es que ¡cual importante es un buen profesor/a! ¡Y qué poca importancia les damos a su sufrido trabajo!).
De la misma manera que, desde hace ya bastantes años, ha surgido la moda de llevar a los niños a guarderías bilingües para que, por lo menos, se desenvuelvan en un entorno con una presencia destacada del inglés, son muchos los expertos que recomiendan que a los niños se les haga lo mismo con las matemáticas. Ya el científico Arnold Sommerfeld sentenciaba que las matemáticas con como las enfermedades infantiles, y aconsejaba que cuanto antes se contraigan, mejor, porque si nos enfrentamos a ellas de adultos nos va a costar mucho superarlas o, en algunos casos, incluso no se puedan superar ya. Obviamente las matemáticas no son ninguna enfermedad, pero como símil y para entenderlo es ciertamente muy gráfico y acertado.