Siempre preferí los relojes digitales a los analógicos, pero ya he dicho que era una rara avis entre los que me rodeaban, un ente extraño. Por eso, cuando de pequeño iba con mi reloj digital acompañado de algún adulto, y alguien nos preguntaba la hora, ellos siempre decían: "las ocho menos veinte", "las tres menos cuarto" (o lo que fuera, según la hora, obviamente), y me advertían, haciendo alusión a mi reloj digital: "la gente no entiende esa hora".
Eso se me quedó grabado, y en mi subconsciente cada vez que pisaba la calle era como si apareciese una vocecita: "¡Cuidado! ¡La gente no entiende esa hora!".