Recuerdo los años setenta. La última oleada de los coches con techo de vinilo, los tocadiscos portátiles con "cuarenta pilas" "de las gordas", las patillas hasta el cuello, los pantalones de campana y la música de Olivia Newton-John.
En España los críos (y los no tan críos) íbamos cada semana al quiosco, en donde teníamos una cita habitual con las llamadas entonces "revistas juveniles". Era una cita ineludible en unos tiempos muy diferentes a los actuales (no se si mejores o peores: diferentes), en los cuales no había videojuegos, ni por supuesto smartphones o internet. Lo más avanzado que existía eran unas calculadoras portátiles que empezaban a hacerse populares, pero ni mucho menos podía acceder a ellas todo el mundo.