No era nada raro ver relojes de Casio con tapas traseras de titanio. Pro Trek, la desaparecida Pathfinder, e incluso Data-Bank y algún que otro G-Shock las montaban. Ese detalle, unido a la ligereza propia de la resina (y a su total inmunidad respecto a la corrosión) hacía que el reloj tuviera un atractivo descomunal, y una exclusividad que ninguna otra marca de relojes, solo en Casio, era capaz de ofrecer ni podíamos encontrar.
Poco a poco lo de las tapas traseras en titanio se fue volviendo algo cada vez más exótico, más raro de ver. Se mantuvo en G-Shock con algunos modelos, y acabó recluyéndose únicamente en los Gulfman. Hoy ni siquiera eso: hasta los "premium" Gulfmaster llevan tapa trasera de "simplón" acero. Más aún: en su mejor digital, el GWF-D1000, Casio ni siquiera pensó en una alternativa con caja íntegra en titanio, algo que sería muy de agradecer dado el altísimo precio del reloj.