Una de las últimas colaboraciones llevadas a cabo por G-Shock es la de Aaron de La Cruz x Remix x Casio G-Shock, realizada sobre un GD-6900. El modelo es el estándar invertido, y lo único personalizado es la correa. Hasta aquí todo bien, más o menos el volumen de colaboraciones es tan enorme y alcanza a tantos países alrededor del planeta, que últimamente la personalización sólo alcanza a las correas (y gracias). Pero lo que más me ha llamado la atención es que esta colaboración de Aaron de La Cruz da la sensación de ser un "quiero y no puedo". Me explico: parece ser que les hubiera gustado (quizá al propio Aaron o a sus colaboradores como la marca taiwanesa de ropa Remix, no lo sé) personalizar también la tapa trasera, estilo a las muy habituales colaboraciones de antaño (sobre todo en Japón) que tenían la placa de metal serigrafiada. Pero como eso son "palabras mayores", ¿que han hecho? Pues algo alucinante (por lo "cutre" que queda): firmar con un bolígrafo de tinta permanente la trasera del reloj.
A mi me da la sensación de que podían esmerarse un poco más, o, de firmar algo, pues el embalaje (o adjuntar en el paquete de venta una postal o una ficha con la firma y algún motivo ornamental, que al fin y al cabo imprimir algo así hoy en día está "tirado de precio"). Parece que han tomado el camino más fácil, y ha dado como resultado una edición especial que, en mi opinión, no está a la altura de lo que se puede esperar de G-Shock. Vale que estamos intentando ahorrar en costes, vale también que firmar con rotulador permanente cualquier tipo de elemento, en el mundo de la música y la moda sobre todo, es muy habitual, pero llegar al extremo de vender un reloj con una firma hecha con un rotulador creo que roza lo esperpéntico y que el comprador no se merece eso. Entre otras cosas, porque por muy indeleble que sea la tinta, en unos cuantos meses de uso quien se lo ponga se puede llevar una sorpresa.