Empiezo con una confesión: llevaba muchísimo tiempo tras un reloj de titanio. Cada vez que recordaba abrir algunos relojes de acero y ver aquella capa de óxido junto a los tornillos de cierre (la zona más proclive a acumular suciedad) me volvía a mi mente la necesidad de un modelo de titanio. Pero el problema de ese metal es que es enormemente elitista, sobremanera exclusivo. Y si encima quieres un modelo digital, y encima que sea de Casio (que casi todos sus relojes los hacen con partes o caja de acero inoxidable), más todavía. Aún recuerdo (y seguro que vosotros también) los más de mil euros que costaba aquella pieza exclusiva del 30 Aniversario (el GW-T5030), y siento dolor.
De hecho si te pones a buscar entre el catálogo de los relojes que puedes encontrar en Casio alguno de titanio descubrirás que los más asequibles son sus Gulfman de G-Shock, relojes creados para resistir las inclemencias del tiempo y los ambientes salinos que deteriorarían a otros metales. Pero aun así sus Gulfman, como los GW-9110, no suelen bajar de los 200 euros. De modo que cuando vi que en Relojes de Moda tenían el G-9100 en oferta no me lo pensé, y antes de que se agotaran decidí encargar uno para, por fin, volver al titanio (hace tiempo que no llevaba uno y quería volver a disfrutar de esa cálida sensación que te da el titanio en la piel, radicalmente distinta al acero).