El tema parece banal, pero no lo es. En efecto: ¿cómo limpio mi reloj que no es sumergible, si no es resistente al agua? En aquellos modelos de 50, 100, 200 metros o incluso más de sumergibilidad, no hay problema: simplemente ponemos el reloj bajo el grifo, lo frotamos con jabón, y listo. Más o menos como hacemos con las gafas, pulseras, y artículos parecidos.
Y es que el problema higiénico con los relojes no es moco de pavo: llevándolos todo el día (¡incluso hay gente que se pasa la noche durmiendo con ellos!), acumulan suciedad, sudor, escamas de piel muerta, y acaba siendo un peligroso campo selvático ideal para el cultivo de todo tipo de microorganismos. Muchos miran hasta los rincones de sus encimeras o de sus casas en busca de la menor mota de polvo, e incluso usan detergentes con agentes antibacterianos para su vajilla y sus baños, y no se dan cuenta que llevan consigo, colgado en su muñeca, todo un ejército de bacterias que pueden llegar a ser tanto o más peligrosas.